El viernes, el violonchelista Asier Polo y la OSPA interpretaron en el Auditorio «Todo un mundo lejano» (lejanísimo), de Henri Dutilleux, inspirado éste en versos de distintos poemas de «Flores del mal», de Baudelaire, que Iván Morales transcribe en francés y castellano, en el folleto que nos entregaron a la entrada. En mi casa revisé una edición bilingüe del famoso maldito y localicé esos versos; su traductor, Perellada, a «flambeaux» le dice «llamas», mientras que el folleto «antorchas»; a «flammes» le dice «gallardetes», y el folleto, en cambio, «llamas», y así. La poesía, bien sabemos, es más difícil de traducir que la prosa. Pero, ¿quién dijo miedo? Cada uno de esos versos los pasó Dutilleux a su sinfónico lenguaje atonal. Y el viernes, allá tocaron todos, quién sabe si llamas, antorchas o gallardetes; la música dodecafónica nunca me supo despertar.