Cuando la apagamos en los medios de información, la encendemos en la conversación. Y reconocemos que la crisis se debió a nuestra falta de responsabilidad, la de todos: todos somos o deberíamos ser y haber sido trabajadores. No se habla de otra cosa, y hacemos cábalas sobre su alcance, pronósticos acerca de los ajustes de cuentas que se avecinan. Muchos pensamos en emigrar o en animar a nuestros hijos a que lo hagan; unos recomiendan China, otros Brasil, para empezar una nueva vida en lugares donde está todo por hacer, la historia pendiente de asfaltar, la justicia social en veremos. Vuelta a empezar, a crear centros asturianos fuera de Asturias, como si fuéramos incapaces de labrar y merecer nuestra propia tierrina, nostálgicos crónicos. Pero basta de lamernos la gaita: yo me ofrezco a hablar de esperanza, o sea, de trabajo. (Consulte precios).