Penada está la revalorización de activos, motu proprio; si eliminásemos esa pejiguera legal y confiásemos en peritos del Patrimonio independientes la retasación de algunas singularidades autóctonas, cuyo precio de adquisición, o sea su valor contable, es cero, muchas entidades saldrían de la quiebra. Ante la crisis, más allá de engordar el tesoro municipal con la Muria de Paraxuga o los túmulos de la Payarona, deberíamos sacar a subasta, por ejemplo, el templo de Santa María del Naranco, de valor incalculable, a un precio de salida conservador, por ejemplo 2.155 millones de euros, equivalente a la deuda de Asturias. Con semejante maquillaje nos pondríamos al día; ¿que alguien la compra? Miel sobre hojuelas; ¿no la compran? Vivimos de la esperanza, reina de la intimidad, pero saneados. Pasaremos hambre, pero hambre sublime.