Eduardo GARCÍA

La gente se pone frente al Warhol de las sopas Campbell's y es como ponerse frente a un altar. Hay obras que impresionan no tanto por lo que son como por lo que representan. Son el espejo de un tiempo. Los más conservadores dirán que donde se pongan «Las Meninas» que se quiten las sopas Campbell's, y no les falta parte de razón, pero comparar carece de sentido.

Lo que nos muestra la exposición «Colecciona. Arte contemporáneo en las colecciones privadas», que ayer fue inaugurada en la sala del Banco Herrero (calle Suárez de la Riva, en Oviedo) es arte de vanguardia. Por un lado, arte que se hace ahora; por otro, arte moderno ya clásico, como ocurre con los desaparecidos Andy Warhol y Dan Flavin. Cuando Flavin comenzó a utilizar tubos fluorescentes de colores a principios de los años sesenta los puristas lo crucificaron. Aquel arte de neón se puede ver ahora en Asturias como una de las piezas que la Fundación Godia trae a Oviedo como acto final del centenario del Banco Herrero.

Se trata de una veintena de piezas muy diversas, pero que tienen cosas en común. Todas están hechas a partir de la segunda mitad del siglo XX y todas forman parte de colecciones privadas. Tres de ellas, de las más importantes de la muestra, tienen propietario asturiano. Una es una pequeña obra de la donostiarra Cristina Iglesias, una estrecha «ventana» a ninguna parte confeccionada con hierro y cemento. Otra lleva firma de uno de los más grandes de la escultura española, Juan Muñoz, cuatro «muñecos tentempié de hierro, bronce y mármol, extraños personajes que son toda una metáfora en relación con la incomunicación humana. Ambas son propiedad de la colección de Plácido Arango. La tercera pieza asturiana es el cuadro de Warhol, propiedad de la familia Masaveu.

La comisaria de la exposición, Sara Puig, y el presidente de la Fundación Banco Sabadell y director de la Fundación Banco Herrero, Miguel Molins, subrayaron la «normalidad de España respecto a otros países europeos» en materia de coleccionismo privado de vanguardia: «Eso de que aquí no se colecciona es un tópico».

Lo que los asturianos van a poder ver en la exposición «Colecciona» es, a juicio de Molins «arte contemporáneo en el sentido más puro y duro». Videoinstalaciones, esculturas, pintura y fotografías comparten espacio. Del pincel clásico al móvil como herramienta artística. «Aquí no hay fronteras», explicó Sara Puig.

Hay fotografías inquietantes como las de la iraní Shrin Neshat o el chino Weng Peijun; cantos al color como los del también chino Zeng Fanzhi o el neoyorkino Jean Michel Basquiat, y sombrías reflexiones como las obras de Christian Boltanski o Jannis Kounellis. Y sobre todas, la profundidad oculta del ojo vacío de Anish Kapoor.