Ángel FIDALGO

Arturo Álvarez-Buylla y Godino (Oviedo, 1895-Ceuta, 1937) aviador y militar, perdió los galones con Primo de Rivera, con Azaña fue Alto Comisario del Protectorado, y con Franco fue fusilado.

Abuelo del neurobiólogo astur-mexicano Arturo Álvarez-Buylla Roces, premio «Príncipe de Asturias» de Investigación, es uno de los ovetenses ilustres más desconocidos. Era hermano del eminente médico Plácido Álvarez-Buylla.

Covadonga Bertrand Baschwitz, ex concejala y profesora de la UNED, quiso rescatar su biografía, y lo hizo ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA con una notable conferencia en la que explicó con minucioso detalle los aspectos más interesantes de la apasionante vida de este personaje, que en el fondo lo único que quería era volar.

Desde el fusilamiento de Arturo Álvarez-Buylla, por ser leal a la República, pasaron 75 años, recordó la conferenciante, al tiempo que reveleba una terrible coincidencia. El Alto Comisario del Protectorado fue pasado por las armas un 16 de marzo, y tal día que ése, veintidós años más tarde, nacía en México su nieto Arturo Álvarez-Buylla.

En el verano de 1919 recibió su despacho de teniente de artillería, y tres años después participó en la guerra del Rif, pero como destacado aviador. Sus audaces intervenciones en combate lo hicieron merecedor de la cruz de primera clase al Mérito Militar con distintivo rojo. Pero 1925 sería su gran año al realizar treinta y dos vuelos de combate, por lo que fue condecorado repetidas veces. Al ser herido le fue concedida la Aspa Roja.

Tras finalizar la guerra con Marruecos, el general Primo de Rivera disolvió el arma de artillería para recomponerla tres meses después. A los oficiales se les permitió su regreso si firmaban un manifiesto de adhesión a la dictadura. Buylla se negó y fue despojado de sus galones. Sus ideales republicanos prevalecerían por encima de todo a lo largo de su vida.

El siguiente paso que dio fue su implicación en la fracasada sublevación de diciembre de 1930 en el aeropuerto madrileño de Cuatro Vientos. Sus compañeros no dudaron en escapar a Portugal, pero Buylla prefirió quedarse y afrontar un consejo de guerra. La llegada de la II República no sólo lo salvó sino que Azaña lo nombró director de Aeronáutica Civil y Navegaciones Aéreas.

En 1933 fue nombrado vicepresidente la comisión encargada del estudio del Año Polar, en la que participaron más de cuarenta naciones; y dos años después realizó dos vuelos experimentales logrando alcanzar una altitud de 6.500 y 6.800 metros respectivamente.

Al producirse el pronunciamiento militar del Ejército de África, el 17 de julio de 1936, Buylla ejercía de forma interina el cargo de Alto Comisario del Protectorado. Él, que trataba de tú a Franco, señaló Covadonga Bertrand, se negó a secundar la revuelta y trató de resistir. Fue arrestado por el teniente coronel Sáenz de Buruaga, jefe de la sublevación en Tetuán, sometido a consejo de guerra y condenado a muerte, acusado de «traición». Su ejecución se llevó a cabo en el foso de la fortaleza El Hacho.

¿Por qué tardaron varios meses en fusilarlo? Ésa es una incógnita que todavía queda por desvelar, advirtió Covadonga Bertrand Baschwitz.