Bueño no tiene que vestirse de fiesta para celebrarla, basta con que se acicale un poco. ¿Qué mejores galas que unos hórreos centenarios entre el maíz y los corredores de sus casas de sillares y mampostería, en la paz de un llano campo verde? Bueño debe haber sido así siempre y además ahora se ha acicalado. ¿Qué más se puede pedir para celebrar su premio «Príncipe de Asturias» al «Pueblo ejemplar» 2012? Pues en este escenario se celebró el sábado un memorable espectáculo musical y cultural, en el que la poesía universal y el fado portugués se dieron la mano, entre el eco de unos hórreos que demostraron ser un precioso y atopadizo decorado y escenario del atardecer. Una maravilla para el público, muy numeroso y también acogedor, que los portugueses no dejaron de encomiar.

Leonor Santos, que vino de Oporto, tiene ya muchos años de fado tradicional en el corazón y una gran voz que acompaña con pasión. Tiene un xaile también tradicional de encaje sobre su traje largo negro, como lo que es, una fadista de pies a cabeza. Cantó un repertorio con fados Tango, Pedro Rodrigues, Pechincha, Vitoria; otros del repertorio de Amália, como «Foi Deus o Carmencita», y otros fados como «Maria Magdalena», «Loucura», sin olvidarse de esas canciones más populares para los hispanos, como «Lisboa antiga» y «Uma casa portuguesa». Y, ¡cómo no!, el seudofado tan querido de Carlos Cano, «Maria la Portuguesa». Los músicos, también de tradicional indumentaria de pantalón, chaqueta y camisa negros, interpretaron además dos guitarradas.

Entre tres espacios dedicados al fado, Felipe Prieto tuvo dos intervenciones poéticas, acompañado a la guitarra por Beni Mirayes. Tuvo el buen acierto y la elegancia de comenzar por unos poemas portugueses de Eugénio de Andrade, Sophia de Mello Breyner Andresen y el mismísimo Camões, que declamó en el idioma luso, asturiano y castellano. Luego siguió con su producción propia de versos rotundos, rebeldes y valientes en torno a la muerte, la belleza, el paso del tiempo y las vivencias más humanas del corazón, que resuelve con una ironía, humor y musicalidad que conmueven. Pura saudade, esperanzada nostalgia para vivir la vida que a cada uno toca.

En fin, una conjunción de fado y poesía muy buenos, en una ambientación escénica preciosa, con un buen día y entre gente que vivió esas artísticas emociones. Como dicen los portugueses, el fado «aconteció», vaya si aconteció. Un gran acierto de la Asociación Cultural de Bueño. Una maravilla.