«La explotación comunitaria es la diferencia entre pasiegos y vaqueiros, los pasiegos se mueven en familias, sin importarles los demás y la propiedad es individual», explicó ayer, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, Pedro Gómez Gómez al presentar su libro «Los asturianos, los vaqueiros de alzada y el mito de la raza», publicado por la Universidad de Oviedo, en el que llega a la conclusión de que los vaqueiros de alzada no son una raza, sino un grupo antropológico.

«A partir del siglo XIX crece la exogamia entre los vaqueiros de alzada, quizás por el asentamiento», contó, una afirmación que está avalada por la revisión de seis mil actas matrimoniales de vaqueiros de diversos concejos.

Pedro Gómez dio cuenta de cómo nació el concepto de raza, desde los egipcios, autores de la primera clasificación conocida, hasta la actualidad. De ahí pasó a hablar de Asturias como «una región antropológica».

Se refirió al hecho de que «la geografía en Asturias es muy importante, no determinante pero sí muy importante», y puso como ejemplo a los «pixuetos», en Cudillero, que se dedicaban a la pesca y observaban con arrogancia a la gente de la Cai -la parte alta-. También habló de la sierra del Palo, en el Occidente, que sirve de división entre dos territorios diferenciados, sin matrimonios con miembros de uno y otro lado.

Durante la presentación de su libro, Pedro Gómez se refirió a la definición de los vaqueiros de Jovellanos, que él considera «restrictiva». Como tales se considera, dijo, a «los pueblos ganaderos y guardadores de vacas» y hay quien afirma, añadió, que «nadie puede ser llamado vaqueiro si no nació en la braña y trashumó».

«Los vaqueiros de alzada fueron tachados como esclavos romanos, perdedores de muchas batallas», contó Gómez, y como «descendientes de esclavos africanos justificaban su exclusión y su diferente comportamiento».

El autor de la monografía sobre los vaqueiros estuvo precedido en su intervención en el Club Prensa Asturiana por Eliecer Coto, del laboratorio de Genética Molecular del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), el sacerdote Cándido García y el director del Aula Universitaria Valdés Salas, Isidro Sánchez.