Javier NEIRA

Hoy, a las ocho de la tarde, rugirá un león en el Auditorio de Oviedo. No responde a la actuación de un circo sino de la OSPA que, dirigida por el maestro ovetense Pablo González, ofrecerá como primera pieza la obra «Integrales», de Varèse, en la que destaca un instrumento de percusión que se denomina así, rugido de león, precisamente por sus similitudes sonoras con las expresiones más feroces del rey de la selva. El público que asista al concierto disfrutará de un fantástico rayo de música concreta.

El rugido de león -generalmente conocido por su denominación en inglés, «lion's roar»- es un tom-tom o, si se quiere, un tambor con el cilindro o cuerpo de largo formato. Del parche superior parte una cuerda encerada que lo atraviesa. Está colgado de un pequeño andamio. Cuando se frota la cuerda el sonido que emite es similar al rugido de un león, de ahí el nombre. Salvando las distancias el proceso de producción de sonido recuerda a una zambomba.

La pieza en la que sonará ese curioso instrumento es «Integrales» del compositor francés Varèse, que el maestro González indicó recientemente se trata de una obra con casi cien años a cuestas pero enormemente avanzada de manera que conserva su carácter sino revolucionario sí rompedor. No es ajena al repertorio pero se ofrece en contadas ocasiones.

«Integrales» está escrita para 11 instrumentistas de viento y cuatro de percusión que deben atender a 17 instrumentos. Sobre el escenario se dispondrán, en semicírculo, los 11 profesores con sus instrumentos de viento y detrás, los cuatro percusionistas con una extensísima batería de instrumentos entre ellos el rugido del león.

Rafael Casanova, percusionista principal de la OSPA, será hoy el encargado de que el león no defraude con sus rugidos. Con el, entre otros, intervendrán en la obra de Varèse, Juan Ferriol, oboe principal, y Vicente Vallet, trompeta coprincipal.

Ferriol considera que «se trata de una pieza dura, embriagadora, fácil de escuchar y tiene rítmicamente partes muy claras. En algunos pasajes, lentos, ofrece una facilidad expresiva interior y eso quiere decir que hay que buscarla, que es preciso hacer ese esfuerzo. Es poco usual para el público».

Por su parte Rafael Casanova, responsable directo del rugido, opina que «en una primera audición no es una composición fácil de entender. Nosotros ya la hemos oído e interpretado varias veces y le vamos cogiendo matices y claves. Vemos bien la claridad compositiva. Hay que destacar, como se verá en el concierto, que todos los instrumentos tienen unos registros dinámicos muy extremos. La pieza busca contrastes rítmicos y complejidad rítmica. En la percusión especialmente se pretende el mayor contraste dinámico posible. Los 17 instrumentos de la percusión sonarán desde el nivel de tres pianos hasta el de cuatro fortes; vamos, en los dos extremos del mínimo y del máximo volumen de sonido». Ferriol añade que «por la misma velocidad de algún pasaje a veces no puedes llegar a esos límites sonoros» y Casanova matiza: «dos fortes pueden ser el máximo en alguna obra, el algo subjetivo».

El viento está formado por dos flautas, un oboe, dos clarinetes, una trompa, dos trompetas, un trombón tenor, un trombón bajo y un trombón contrabajo. Vicente Vallet, trompeta coprincipal de la sinfónica asturiana, afirma que «la obra se compuso en 1925, es muy avanzada, con mucha dificultad para prepararla individualmente y más para ensamblarla». Casanova añade: «Varèse quería expresar no tanto melodías aun con acordes disonantes ni tampoco melodías clásicas sino la espacialidad del sonido y llenar así los espacios expresando sensaciones. Más adelante compuso para música electrónica y la introdujo en las orquestas. Una anécdota, el músico Frank Zappa, cuanto cumplió 15 años, se empeñó en hablar con Varèse, logró su número de teléfono, lo llamó pero no estaba y solo pudo hablar con su mujer».

Ferriol destaca que «Varèse no buscaba melodías guapas sino efectos. Era matemático, eso influye» y Casanova explica por su parte que «el rugido del león lo mete en medio, como separando partes lentas de partes rápidas. Es un instrumento y por lo tanto un sonido importante en la obra».

El programa que hoy ofrecerá la OSPA en el Auditorio se completa con la suite «El minotauro», de Carter y, en la segunda parte, la Sinfonía n.º 1 en sol menor, op. 13, «Sueños de invierno». En la programación de la orquesta, más allá del ciclo que ofrece en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, figuran conciertos como el que va a dar en la cárcel de Villabona el próximo siete de mayo.