En «Asturias. Monumental, epigráfica y diplomática». Datos para la historia de la provincia», escrita por don Ciriaco Miguel Vigil; impresa en Oviedo en 1887. Obra en dos volúmenes: consta en el primer tomo un listado con reseñas ligeras del estado de los preciados monumentos arqueológicos y el segundo es un catálogo extenso de ilustraciones como ampliación necesaria a la parte epigráfica y monumental. En la página 128 del correspondiente al texto, menciona la escritura fundacional de la Cofradía de Nuestra Señora de la Balesquida. Estaba inserta en un libro encuadernado con pergamino, señalado con el número 19 y ocupaba los folios desde el 16 hasta el 18 que dice así: «Yo, doña Balesquida Giráldez, en la era de mil y doscientos y setenta años, á cinco días del mes de febrero, fago donación, doctación é nueva institución última y postrera voluntad por redención de mi ánima y de mis padres y de todos mis bienhechores, á vos todos los confrades de la confradía que hago é instituye de los alfayates ó jastres y de otros vecinos y buenos de la ciudad de Oviedo, dóivos y concédovos, es á saber. Un hospital el cual edifiqué para recibimiento de los pobres y necesitados en heredad propia mía, la cual compré y adquirí por juro de heredad con todas sus pertenencias, la cual está cerca de la Torre de Castillo Real..., doivos también en este hospital camas, conviene á saber: diez lechos con sus alcázares y con seis cabezales de buena pluma, é once mantas é dos colchas; é nos los sobredichos confrades habemos cada un año para siempre dar quince maravedís de la moneda del Rey á ocho sueldos, á un presbítero de la capellanía de San Tiso que cada día celebre misa, vísperas y maitines por vuestra ánima. E si por algún caso la dicha confradería fuese destruida del todo, ó por ventura quedasen otros ó más del número de los dichos confrades que quisiesen é pudiesen cumplir lo sobredicho por vuestra ánima, según que arriba dicho es, que lo puedan y deban recibir y tener y cumplir...». Prosigue con una detallada relación de todos los bienes que otorga en heredad al gremio de sastres.

«El Nalón. Periódico de Literatura, Ciencias y Artes», publicación dominical, con fecha de 15 de mayo de 1842, dice de la cofradía antigua y hospitalaria de la Balesquida: «La muy honrada señora doña María de la Balesquida Giráldez, en cinco de febrero era 1270, que corresponde al año 1232, y por testimonio del notario Martín Pérez, estando en la casa de Antonio Pérez Rosello, hizo donación, dotación y nueva institución a favor de los cofrades de la que establecía para los alfayates o sastres y otros vecinos y buenos de la ciudad de Oviedo; con cuyo objeto se les concedió el hospital que edificara en heredad propia... Este documento, lo mismo que las ordenanzas de que se hará mérito, se resguarda en el archivo de tres llaves por copia autorizada en el siglo XVI».

El Diccionario de la Real Academia define el término «cofradía» como:

1. f. Congregación o hermandad que forman algunos devotos, con autorización competente, para ejercitarse en obras de piedad.

2. f. Gremio, compañía o unión de gentes para un fin determinado.

3. f. ant. Vecindario, unión de personas o pueblos congregados entre sí para participar de ciertos privilegios.

4. f. germ. Junta de ladrones o rufianes.

No cabe discusión, queda claro que las acepciones segunda y tercera son las que corresponden al caso. Doña Balesquida dona sus bienes a una sociedad civil, no canónica: exactamente a la Cofradía de alfayates o sastres y otros vecinos buenos de la ciudad de Oviedo, herederos a perpetuidad de su legado. Cerca de ochocientos años perteneciendo al conjunto de los ovetenses, sean o no cofrades o socios protectores; ocho siglos de historia que en 1930 estuvieron a punto de desaparecer, si no hubiera sido por la buena voluntad de un grupo de ovetenses, que, para evitar que esto ocurriera, crearon la Sociedad Protectora de la Balesquida, entidad que sigue ejerciendo su función hasta nuestros días. Sé que todos ustedes conocen la diferencia que existe entre cofrades y socios protectores, pero no está de más recordarla. La Balesquida tiene alrededor de mil cofrades, que son personas a las que se da alta en la cofradía antes de cumplir su primer año de existencia. La Sociedad Protectora de la Balesquida reúne cerca de cinco mil socios, agrupación a la que todos podemos incorporarnos cuando nos venga en gana: lo que quiere decir, en cualquier momento de nuestra vida.

La opinión pública ovetense está confusa por el cambio de estatutos, que, quizá sin tener en cuenta su enorme trascendencia, recientemente han impulsado los responsables de la cofradía. Reforma estatutaria con la que se entregaba al poder eclesiástico una sociedad civil, cuando ni ellos ni nadie están capacitados para hacerlo: ochocientos años de patrimonio carbayón que, de un plumazo, podían haber desaparecido.

En unas declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA, el nuevo obispo auxiliar de Oviedo, don Juan Antonio Menéndez, a la pregunta «¿qué opina de que un juez haya anulado la modificación de estatutos de la Cofradía de la Balesquida? Unos estatutos por los que pasaba de asociación civil a canónica». Con total falta de prudencia y, sobre todo, de respeto al magistrado que dictó sentencia por la cual dice que los estatutos aprobados canónicamente lo han sido en flagrante fraude de ley, responde lo siguiente: «Esos estatutos fueron aprobados canónicamente por el Arzobispo, por tanto tienen validez. Hay muchas asociaciones que tienen doble estatuto, el canónico y el civil. Lo normal es que las asociaciones de fieles tengan el reconocimiento, primero, canónico, y después el Ministerio de Justicia los reconozca civilmente». Estimado obispo: la Balesquida existe como sociedad civil desde 1232, ya llovió, e invariablemente ha pertenecido a la ciudad de Oviedo. Jamás ha sido asociación de fieles, y por mucho que apruebe los estatutos el señor Arzobispo, continuará siendo propiedad de todos y cada uno de los habitantes de Oviedo. Sí, como es lógico, ustedes, sencillamente, se han encargado de los actos religiosos, pero tenga en cuenta que en ningún tiempo fue de su propiedad y nunca ha sido asociación pública de la Iglesia

Cada poco nos enteramos de la venta de la Catedral de Sevilla, de la Torre del Oro o del Alcázar de Segovia, por parte de un espabilado, a un guiri o a un cateto. Hace unos años, aquí mismo, vendieron la Catedral a un palurdo que paseaba por su entorno. Pues a ustedes les ha sucedido lo mismo; se la han metido de canto. Yo puedo donar al Arzobispado el edificio «Jirafa», el Ayuntamiento, el Real Oviedo o el Palacio Calatrava y, además, dárselo por escrito. Más fácil se lo voy a poner; aunque sea una tontería, es un buen ejemplo. Imagine que graciosamente les regalo la capilla de la Balesquida; si ésta se derrumba, unimos el solar que ocupa con el que, vacío, se encuentra a su derecha y lo sumamos con el que ocupa la casa situada a su izquierda, la que en su día fue donada por doña Isabel Maqua, creo que para residencia sacerdotal, si mal no recuerdo, y construyen en esa esquina fabulosa de la plaza de la Catedral un hotel de cinco estrellas. ¡Menudo chollo! Este último pensamiento es una tontería galáctica, sin sentido, que jamás sucederá. Pero ¿darían su bendición al proyecto onírico que propongo? ¡Por supuesto que no! Pues lo mismo acaece con la Cofradía de alfayates o sastres y otros vecinos buenos de la ciudad de Oviedo, propiedad intransferible de todos los ovetenses.