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Fabes con repollo

Los comedores escolares y la educación en la austeridad

Fabes con repollo

La creatividad del ama de casa tiene su límite, y en ocasiones pensar la comida es mucho más difícil que hacerla. Si además tienes muchas bocas que alimentar y el dinero contado, la cosa se complica hasta las lágrimas. No puedo dejar de solidarizarme, desde mi faceta de cocinera y gestora de alimentaciones infantiles, con la cabeza pensante, hombre o mujer, que incluyó en el menú de los niños de Oviedo las fabes con repollo. Podría parecer, a alguien que lo analizara superficialmente, una decisión salida de un corazón de pedernal, pero quizá es un grito de socorro, una expresión de la desesperación del cabeza de familia numerosa. "Pues los lunes, fabes con repollo". "Pero, mujer, no seas así, cómo les vas a hacer eso". "Nada, nada. Fabes con repollo y punto, ya está bien de caprichos. Son alimenticias y baratas", replica, en mi imaginación, la encargada de hacer las cuentas y planear las comidas (lo siento, imagino a una mujer, soy hija de esta cultura). Y a partir de ese día, como reconoció compungida la concejala Inmaculada González, 2.100 escolares de la ciudad entre los 3 y los 12 años se enfrentaron con el diabólico plato, capaz de enemistar a una generación entera con los productos de la huerta asturiana.

Las fabes con repollo, que nos remiten a una especie de posguerra en la que la abuela echa al pote lo que tiene a mano, son la punta del iceberg de lo que está sucediendo este curso en los comedores de dieciocho colegios públicos, donde los niños aprenden, al parecer, a tragar cualquier cosa o a cerrar la boca y merendar después como sabañones: platos recalentados del día anterior, pescado con espinas disimulado con salsa aurora, sea ello lo que fuere, y lentejas deconstruidas son capaces de desanimar a una piedra a la hora de sentarse a la mesa. No es que uno espere que en los comedores escolares se sirva un menú digno de un diputado, pero sí algo más alegre y atractivo, aunque, por otro lado, las fabes con repollo contribuyen a conectar a la nueva generación de escolares con los tiempos de austeridad que corren. "Pues, mira, cómete esto, para que vayas aprendiendo de qué va la cosa. Y en el futuro, ni beca Erasmus ni nada, el que quiera viajar, que se lo pague papá", podrían aleccionar los encargados del comedor, que al parecer tienen entre sus tareas no sólo cuidar, sino también educar en valores a los chavales (según el pliego de condiciones del contrato).

¿Y a qué se debe la repentina dureza de corazón de los diseñadores de los menús escolares? ¿Han contratado a una nueva nutricionista alemana que pretende aleccionar en la austeridad a los nuevos españolitos? Pues no: detrás, como todos ustedes sospecharán, está un recorte de dinero, decretado por el Ayuntamiento, que se hizo el voluntarista planteamiento de que podía obtener lo mismo por menos, y por ello rescindió el contrato en vigor y lo sacó de nuevo a concurso, "para adecuarlo a los nuevos tiempos que corren". La empresa Cook, propiedad de un representante de Foro en la Junta General, presentó la mejor oferta, y volvió a obtener el contrato (lleva una década dando de comer a los niños de los colegios públicos de Oviedo). Todo parece de gran limpieza y responde a los criterios de austeridad que deben regir la Administración pública, pero como la empresa es la empresa, y me imagino que los márgenes son sagrados, al final el recorte se lo come el que se sienta al final de la cadena, en la silla del comedor escolar.

Lo mismo está ocurriendo con la sanidad pública, donde cuando uno se embarca en un preoperatorio entra en una vorágine de impredecibles consecuencias. Todo puede ir sobre ruedas o puede convertirse en una especie de "día de la marmota" en el que te saquen sangre, te hagan electros, te rasuren y te seden una y otra vez, y cuando parece que te van a anestesiar y a abrir (con los nervios que eso produce, por Dios) te dicen que no, que para casa y a esperar otra citación y otro preoperatorio. Así lo vivió Armando Arnaldo, que ya se fía tan poco de la intención del cirujano de librarle de su hernia inguinal que ha asegurado que no piensa quitarse la ropa hasta que no esté en el mismísimo quirófano, que a él ya nadie le toma por un ingenuo optimista.

La Administración, de cualquier signo que sea, asegura siempre que estas situaciones son casos aislados, que se arreglan y ya está: al día siguiente de salir en este periódico, Arnaldo fue citado para una nueva operación, la tercera, que todos deseamos que se haga por fin y salga bien; y tras hacerse públicas las quejas por la comida el Ayuntamiento ha abierto un expediente informativo a la empresa, que tendrá que explicar por qué ha desterrado la ternera de los menús de los niños y aclarar si es cierto, como denuncian algunos padres, que los platos se reparten el día antes y se conservan en la nevera.

Entre tanto, Foro Asturias anuncia acciones legales (que pagaremos todos, a través de la subvención a su actividad política) para impedir que le quiten un despacho, tras abandonar el grupo municipal dos concejales. Qué país.

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