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La llegada al paraíso de los vaqueros

Emocionante encuentro de cientos de personas en Torrestío después de tres días de caminata por la ruta de sus antepasados

La llegada al paraíso de los vaqueros

"Fue muy duro, pero aquí estoy. Llegué y encima no la última". Estas palabras fueron pronunciadas ayer a pie de meta por Selita Díaz, la participante más longeva en la ruta vaquera entre Las Regueras y Torrestío, que comenzó el viernes en Biedes para rendir homenaje a los asturianos de la trashumancia. Allí, en el paraíso del municipio leonés de San Emiliano, donde la tranquilidad y las agrestes montañas son protagonistas, contaba Díaz, de 78 años, que la última etapa de esta marcha fue muy especial y emotiva. Aunque la dureza del camino pasó factura al cuerpo -la senda transcurrió por el puerto de Las Navariegas, en Teverga, a 1.800 metros de altitud-, los buenos recuerdos vencieron al cansancio.

"Me acordé mucho de cuando iba con mi madre por los montes recogiendo setas. Las vendíamos al bar Pelayo de Oviedo y nos las pagaban muy bien", explica. En su honor, ayer no faltó la recolección de hongos y en Torrestío se plantó con una bolsada de ellos. "Lo prometí y aquí están", decía ilusionada junto a su hija Yaquelina Rosal, ahora también vaquera de alzada a sus 48 años de edad. "Lo vi desde cría y siempre me gustó. Además, la montaña me encanta y en Torrestío la vida es diferente; hay mucha paz", contaba Rosal, que volverá en poco más de una semana con su ganado a tierras leonesas.

José Silverio Álvarez, descendiente de vaqueros y vecino de Latores, también regresará. Eso lo tiene claro, aunque quizá no tan pronto como Rosal. "Cansé bastante, pero pienso volver. Además, lo haré con mis seis nietos; quiero que vean cómo vivieron sus antepasados", afirmaba ya en el final de este homenaje, que concluyó ayer con una gran fiesta babiana en San Emiliano. Para empezar, hubo una gran comilona con empanada y caldereta de cordero, preparada por los vecinos Plácido Hidalgo y Regino Gómez. En ella no faltó el postre: la típica tarta babiana y para acompañarla, más comentarios a cerca de estos tres intensos días de caminatas y sentimientos.

"Estoy mejor aquí que en Benidorm", gritaba Selina Rodríguez, de Casa Lince, desde la mesa de los vaqueros de Llanera. "Por problemas de salud no pudimos hacer la ruta a pie, pero esto es fabuloso; está genial organizado. Además, hoy (por ayer) vi a gente que hacía años que no veía. Hay una hermandad tremenda", añadía. Y es que sólo hacía falta echar un vistazo a alrededor para comprobar que efectivamente era así. Todos con una sonrisa en la boca, comían, brindaban y comentaban la experiencia. "La mía fue de mucha emoción por mi padre vaquero, José Álvarez "Pepe Viesca", que falleció en 2009", explicaba Dolores Álvarez, sentada junto a Vicente Álvarez, que también tenía algo que decir: "Este último tramo entre Teverga y Torrestío fue muy duro, pero la aventura fue buenísima", apuntaba.

En la mesa de al lado estaban Ramón Rodríguez, Joaquín Rodríguez, María Fernández y Sofía Fernández, de la familia "Pinón" de Las Regueras. Los cuatro también vivieron el camino que tantas veces hicieron sus antepasados. "Nacimos aquí, en Torrestío, pero siempre íbamos a Asturias y volvíamos en el Seat 600. Vivirlo después de más de 50 años y a pie es increíble. Significa mucho", expresaba Ramón Rodríguez.

No sólo para él, sino para todos los presentes, que en su mayoría tienen relación con la trashumancia. Por eso ayer, en la fiesta final no podía faltar una promesa, que se encargó de anunciar el alcalde de San Emiliano, Basilio Barriada: "Volveremos a repetir esta ruta el año que viene e intentaremos implicar a más concejos". Ellos se unirán entonces a una ruta con llegada al paraíso de los vaqueros.

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