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Alumnos de Cerdeño diseñan un control de tanques de agua para municipios pequeños

Cudillero implantará en un depósito el dispositivo inventado por 12 estudiantes para analizar el caudal y la temperatura

Alumnos y profesores de Electrónica de Cerdeño, con su dispositivo de control de tanques de agua. NACHO OREJAS

Por primera vez en la historia del Centro Integrado para la Formación Profesional (CIFP) de Cerdeño, el trabajo de clase sale de las aulas y tiene una aplicación práctica. Los doce alumnos del último curso del ciclo superior de Desarrollo de Productos Electrónicos han diseñado un dispositivo de control para tanques de agua de poblaciones pequeñas, es decir, han inventado un mecanismo capaz de medir y analizar cinco variables -el caudal de entrada, el de salida, el volumen, la temperatura del agua y la temperatura ambiente- de los depósitos de comunidades de propietarios o pueblos. La parroquia rural de Lamuño, Salamir y Artedo, en Cudillero, será el primer lugar en implantar el artefacto.

Según Alejandro González Fernández, profesor del departamento de electrónica y coordinador del proyecto de los chavales, estas localidades pixuetas "nos han permitido experimentar con su depósito de agua para obtener resultados reales". Es más, dos empresas se pusieron en contacto con el centro meses atrás para colaborar en la puesta en marcha del dispositivo.

La difusión y posible comercialización del control electrónico, dotado de software propio, "queda ahora en manos de los alumnos". Así lo asegura su coordinador, que recalca el papel meramente formativo de la escuela de Cerdeño. "El dispositivo electrónico no está patentado, aunque podría hacerse porque es innegable que se trata de una solución viable para que las poblaciones pequeñas gestionen el agua a un precio asequible".

Javier Busto Collado es el creador del software del prototipo del dispositivo, un artefacto que cuenta con un programa de datos y otro de gestión capaz de hacer un diagnóstico de un depósito de agua, y a partir de ahí buscar soluciones a los problemas detectados; desde una fuga hasta altas temperaturas. "No hemos tomado ninguna decisión sobre qué hacer con el dispositivo de control porque ahora nos toca hacer prácticas durante tres meses. Luego, tendremos que buscarnos la vida". Busto está orgulloso de haber diseñado el corazón electrónico del invento, pero le preocupa más encontrar un trabajo a medio plazo.

Sus once compañeros de clase, chicos entre los veinte y los treinta años, piensan lo mismo. El currículo de la mayoría está repleto de cursos de grado medio o superior y trabajos intermitentes. Esta vez no se ha matriculado ninguna mujer y el número de estudiantes del curso no es el más alto de los últimos años. La dirección del centro de Cerdeño lo tiene claro, hay que conseguir que la electrónica vuelva a ser atractiva.

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