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La música no entiende de religiones

El grupo "Tres Culturas Tres" logra completar el aforo del claustro del Arqueológico al abrir el Festival de Verano de Oviedo con ritmos judíos, cristianos y musulmanes

De izquierda a derecha, los músicos Wafir S. Gibril, Paco Díez, Raúl Olivar e Idó Segal, ayer, en el claustro del Museo Arqueológico. LUISMA MURIAS

"Lo siento, está completo". Esta fue la frase más repetida ayer, al filo de las ocho de la tarde, en la puerta del Museo Arqueológico. Fueron muchos los que no llegaron a tiempo para ocupar una de las 470 sillas dispuestas en el claustro de la galería de la calle San Vicente -su máximo aforo- para ver el primer concierto del Festival de Verano de Oviedo; la actuación del grupo multicultural "Tres Culturas Tres" y su fusión de música judía, cristiana y musulmana.

Los cuatro componentes de la agrupación, Paco Díez, Wafir S. Gibril, Raúl Olivar, e Idó Segal salieron al escenario diez minutos después de las ocho armados con algunos de los instrumentos que pasean por medio mundo; habituales para ellos, pero desconocidos para buena parte del público. Así, el laúd árabe, el "riqq", la "derbuka", el "bendir", o la "guitarra cisne hindú" sorprendieron por su musicalidad, matices y belleza meramente instrumental a lo largo de la velada, que duró casi dos horas.

El español Paco Díez demostró en los primeros cinco minutos porqué es uno de los exponentes de la música judeo hispana al ser capaz de cambiar de un instrumento a otro en pocos segundos sin romper el ritmo y cantar en otras lenguas como el portugués. Así lo hizo en el primer tema: "Evocación Instrumental", una pieza que sirvió para romper el hielo y ganarse al respetable, fascinado por la lejana melodía.

"Estamos divididos con nuestro estimado público, pero trataremos de llegar a todos". Díez presentó a sus compañeros y el resto del programa después de interpretar el tema inaugural y algo confundido por ver a los asistentes distribuidos en el claustro. Es decir, por darse cuenta de que algunos les podían oír, pero no ver.

"No nos importa", susurró alguien, y la música volvió a reinar en el claustro.

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