Jóvenes cualificados de alrededor de treinta años con experiencia laboral previa. Éste es el perfil de quienes apuestan por el autoempleo como salida de la crisis en Oviedo, que se ha convertido en la capital del autónomo, ya que dos de cada diez emprendedores asturianos trabajan en el concejo. "Hemos notado un gran aumento de mujeres", comenta Manuel Prieto, secretario general de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA). Los emprendedores ovetenses pertenecen principalmente al sector servicios, que fue duramente castigado durante la crisis en el comercio y la construcción, pero vio un aumento de autoempleo en trabajos relacionados con lo sanitario y la educación.

Ángela Pacheco es una autónoma veterana. Su papelería lleva en la misma calle casi treinta años, pero el negocio está en constante cambio. "La tienda de ahora no tiene nada que ver con sus inicios. Antes nos centrábamos en la venta de libros, ya que sólo lo vendían las librerías. Pero los tiempos cambian", explica mientras realiza unas fotocopias a una clienta. "La necesidad de mercado te hace adaptarte. Los inicios fueron difíciles, pero no más que ahora", añade Ángela Pacheco.

Por su papelería han pasado muchos trabajadores, e innumerables clientes, no solo del barrio y los centros educativos que se encuentran alrededor. El trato familiar que realiza se ve devuelto del mismo modo. "Nunca fui del barrio, pero mis clientes hacen que me sienta como en casa, siempre he tenido una buena relación con todos", comenta Pacheco, que ha vendido libros escolares a niños que ahora acuden a su local a hacer fotocopias de los apuntes de la universidad.

Dos años han pasado desde que Natalia Rodríguez abriera su negocio de repostería en el Fontán, por donde pasan cada día cientos de personas. Ya había trabajado con anterioridad para otras personas, pero decidió trabajar por su cuenta por "la libertad de hacer las cosas a mi manera", explica la repostera. "Es duro, hay que pelear día a día, no se puede tener una visión de futuro", comenta frente al mostrador donde se exponen varios postres que ella misma ha preparado.

Daniel Galindo es uno de esos autónomos que puede presumir de no haber tenido unos primeros meses difíciles. Así lo comenta orgulloso mientras corta el pelo a uno de sus clientes. "Me establecí por mi cuenta porque quería abrir mi propio negocio, y encima ahora es difícil encontrar trabajo de peluquero", explica. "Ser autónomo es no tener vacaciones, pero si me sigue yendo bien espero poder contratar a alguien y ayudarnos mutuamente", añade.

Laura García tenía trabajo fijo, pero siempre quiso tener una tienda de ropa, por eso decidió alquilar un local y comenzar su propia línea de moda. "Habrá gente que no lo entienda, pero siempre fui muy independiente", comenta la joven.

Araceli Pérez decidió hacerse cargo del negocio en el que trabajaba al jubilarse sus jefes. "Era eso o el paro", explica la dependienta. "El cambio fue una locura, nunca quise ser dueña, pero esto me ha servido para ayudar a mi hermana, que estaba en el paro y ahora me ayuda", sentencia.