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ESPERANZA VIZCAÍNO | Secretaria de la Cámara de Comercio, se jubila tras 40 años

"Ahora todo es más frío, va más deprisa, el correo electrónico ha hecho mucho daño"

"Soy feliz organizando eventos, implicándome al máximo, preparándolo todo para desaparecer cuando empiece"

Esperanza Vizcaíno. JULIÁN RUS

Esperanza Vizcaíno (Oviedo, 1955) ha dedicado cuarenta años de su vida a trabajar para la Cámara de Comercio de Oviedo. Tras dejar sus estudios de Magisterio en la Universidad de Oviedo, empezó a trabajar en la Cámara, primero como bibliotecaria, y finalmente como secretaria de presidencia. Esta semana ha puesto punto final a su trayectoria profesional.

-¿Cuál era su función dentro de la Cámara?

-Lo primero a tener en cuenta es que eres la antesala del presidente de la Cámara de Comercio. Ante la duda, lo mejor es pensar como me gustaría que me trataran a mi si me recibieran, hacer que la otra persona se sienta a gusto. Interesarse por la otra persona, saber qué busca, qué necesita, y aunque después le vayas a decir que no, tratarle con mucha cercanía. El secreto está en que te guste tu trabajo. Diría que el trabajo de secretaría es pura psicología.

-Estudió Magisterio. ¿Cómo terminó en la Cámara?

Entré en agosto del 75, a mitad de mis estudios de Magisterio. En ese verano, había un curso de secretariado en la Cámara. En agosto de ese mismo verano, me llamaron para trabajar en la biblioteca de la Cámara, donde estuve hasta el 78. Cuando una de las oficinistas se fue, me cogieron a mí.

-¿Cuál era su vocación inicial?

-En un principio quería ser profesora de infantil. Pero si hubiera descubierto antes el mundo del protocolo y las relaciones públicas, creo que hubiese optado por esa rama.

-¿Cómo siguió su ascenso en la Cámara?

-Estuve en la oficina hasta el 80, luego pedí una baja por maternidad, y volví en el 82. No fue hasta el 88 cuando empecé a tratar directamente con el presidente, con motivo del centenario de la Cámara de Comercio de Oviedo. En este caso con José Antonio Coto, con el que trabajé durante todo el año de cara al acto de celebración, fijado para el 89. No había ordenadores, y claro, invitar a los presidentes de cámara de toda España no era nada fácil. Utilizaba papel carbón para las listas. A base de tener que repetir todo cada vez que me equivocaba, cogí muchísima facilidad en el manejo del lenguaje "de camionero".

-Además de seis presidentes, tiene que dejar a muchos amigos por el camino.

-Muchísimos. Es un trabajo que te da pie a conocer a mucha gente. Hablas con otras secretarias, invitados? Una de las claves es el teléfono. La distancia que te permite mantener te aporta tranquilidad. Me gusta el teléfono. Por otro lado, siempre guardaré como recuerdo el no haber tenido ningún problema con nadie.

-¿Cómo recuerda las cosas cuando entró a trabajar en la Cámara de Comercio y cómo las ve ahora?

-Al principio no era consciente de todo. Aún así, ahora echo de menos las formas. La gente estaba más implicada, todos colaboraban más, era más fácil que te echasen una mano. Hoy en día es todo más frío, va todo más deprisa. El correo electrónico ha hecho mucho daño.

-¿Cómo diría que la crisis económica ha afectado a un sector tan íntimamente relacionado con ella como en el que ha trabajado cuarenta años?

-Pues lo resumiría en el tema de las agendas. En navidad, hace algunos años, te llegaban tantísimas agendas que tenías suficientes para repartir a todos tus compañeros. Teníamos tantas que no sabíamos qué hacer con ellas. Desde la crisis, tuvimos que ser nosotros los que las comprásemos.

-¿Con qué recuerdo se quedaría de todos estos años?

-Si tuviera que elegir, con organizar con eventos. A mí me gustaba estar implicada al máximo, dejarlo todo preparado al detalle, y en el momento en que empezase, desaparecer. Lo mío es el trabajo en la sombra. Hace tiempo, cuando me quedaba trabajando hasta tarde, mi madre me decía: "¿Pero tu qué crees, que vas a heredar la Cámara?". Mi problema es que yo trabajo muy bien sola. Ese momento en que todo el mundo se va, y está la oficina en silencio, es cuando mejor me desenvuelvo. El trabajo de secretaria se resume en estar sin que se te vea.

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