El domingo 24 de abril de 1932, con un partido de España contra Yugoslavia, se inauguró en Buenavista, que entonces estaba a las afueras de la ciudad, el estadio de fútbol Carlos Tartiere. Era una construcción moderna, cuya tribuna -de hormigón armado y diseñada por Ildefonso Sánchez del Río, cuando esa técnica constructiva era novedosa- recibió grandes elogios. La selección española ganó 2-1. Jugaban aquel día Zamora -que fue sustituido por Blasco en el segundo tiempo- Ciriaco, Quincoces, Cilaurren, Marculeta, Gamborená, Lafuente, Regueiro, Lángara, Chirri y Gorostiza.

El nuevo Tartiere, levantado en La Ería, fue inaugurado oficialmente el 20 de septiembre de 2000. El Real Oviedo y el F. K. Partizan Belgrado jugaron un amistoso. Antes, el día 17, ya se había disputado un partido de liga de Primera División entre el Oviedo y la U. D. Las Palmas. El primer gol en el nuevo Tartiere fue un penalti y lo anotó el jugador de Las Palmas Robert Jarni.

Quince años después de su apertura, el campo del Real Oviedo, con el equipo recién ascendido a la Segunda División, es noticia por la basura, los desperfectos, desconchones y la porquería que acumula. El deficiente mantenimiento y los problemas con las humedades en el césped son problemas recurrentes, que afloran de tiempo en tiempo enfrentando al club y al Ayuntamiento, que es su propietario.

La salida del Oviedo del estadio de Buenavista dio paso a uno de los episodios más controvertidos de la historia reciente de la ciudad. En enero de 2003 comenzó el derribo del viejo campo de fútbol, el solar completamente limpio fue cedido después por el Ayuntamiento a la constructora Jovellanos XXI para levantar en ella el Palacio de Congresos diseñado por el arquitecto Santiago Calatrava, que incorpora oficinas del Gobierno del Principado y un centro comercial, y que hasta ahora le ha dado a la ciudad más quebraderos de cabeza que alegrías.

El traslado del campo de fútbol transformó Buenavista. El impacto sobre el vecindario y los negocios del entorno no fue tan traumático como algunos esperaban. Muchos bares se llenaban con los partidos del Oviedo y la actividad del club repercutía en toda la zona como un eco.

Ahora, sólo el centro comercial del Calatrava mantiene cierto movimiento en el barrio, aunque ni de lejos comparable al que generaba el fútbol los fines de semana. El espacio comercial no acaba de despegar y, con muchos locales cerrados, se ha visto seriamente tocado por la crisis económica.

El presidente de la Asociación de Vecinos del Cristo-Buenavista, Ramón del Fresno, evoca "con mucha añoranza e ilusión" los tiempos del antiguo estadio. "Recuerdo ir de niño al fútbol, coger los autobuses que salían del paseo de los Álamos para subir al partido en lo que era una excursión muy bonita".