Raphael se planta en escena y empieza. Y acaba la primera pieza con la gente entregada. Primera ovación. Aunque en esta ocasión la introducción fue distinta a la de sus conciertos de formato pop, ya que su compañía en escena fue la Orquesta Oviedo Filarmonía, bajo la dirección del avilesino Rubén Díez. Llegó el cantante a la carpa de la Ería con el esperado "Raphael Sinphonico".

Otro Raphael bajo las notas de una sólida y pulcra orquesta, que se acopló bien al cantante.

O sea, Raphael le da una vuelta de tuerca a lo suyo de toda la vida, canciones que han atravesado generaciones. Así pues, con ese aire musical propiciado por la orquesta, Raphael comenzó su retahíla de éxitos. La gente ya estaba encantada desde las primeras notas, las de salida a escena. Pero claro, nada mejor que vayan apareciendo perlas como "Mi gran noche", un himno total para mucha gente. Raphael la cantó con el público. Le daba una estrofa y dejaba el estribillo para la afición que, a pesar de la versión, tomó gas precisamente entre las palmas y, cómo no, esos gestos inimitables del cantante. Paseo, giro, dedo arriba?.

Cuando la sesión tenía una parada más larga de la cuenta rápido asomaban los gritos de "Raphael, Raphael, guapo, yes el putu amo?"

Para esas alturas de la sesión ya estaba el público muy metido dentro de un montaje que le cambió el aspecto a la carpa de La Ería: al estilo de un auditorio portátil, con sillas de distinta localización (y precio) y también con entradas de general. Con un ambiente, en fin, muy sobrio; esos ambientes orquestales que producen una especie de emoción añadida a unas canciones que todo el mundo tarareó a lo largo de su vida.

"Una de mis canciones favoritas", dijo antes de entonar "Se me va" para enlazar con "Despertar al amor" y "Digan lo que digan" o "Yo sigo siendo aquel".

De por medio saludó y proclamó la felicidad que siente en Oviedo, donde viene desde muy joven. Ya había presentado al director ayer de Oviedo Filarmonía y atado todos los cabos de un concierto que siguió con diversas fases, tonos y canciones. Eso sí con su lirismo y sus poses habituales. Hubo sets "abolerados", con baladas, guitarra, piano o momentos silla de por medio. O sea, una ristra de canciones que le permiten ir apasionando a la gente en diversos formatos. Y que recorren toda una vida de música y recuerdos para todos.