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Generación OVD

"Hay que derribar las ideas que nos apartan de las cosas bellas"

"La ópera hay que probarla una o dos veces, porque no siempre gusta a la primera; a mí, en un mes me fascinó"

Patricia Cuesta, en el Campoamor. Julián Rus

Entre las calles y el metro de Londres y el salón de té del teatro Campoamor, el grupo de rock "Nadira Indra" grabó en 2008 un vídeo clip con su canción "Nunca más. El título del tema no fue, en absoluto, premonitorio para Patricia Cuesta, cantante y guitarra, que unos años después regresó a aquel salón para trabajar en la fundación Ópera de Oviedo como encargada de la producción artística.

Patricia Cuesta Martín nació en Salamanca en 1981 y llegó a Oviedo con apenas diez años. Estudió en el antiguo colegio Menéndez Pelayo -que sigue abierto en la calle General Elorza, ahora llamado Pablo Miaja- y en el instituto Alfonso II, y de allí pasó a la Universidad de Oviedo, donde estudió Historia del Arte y se especializó en gestión cultural. Siempre tuvo alma rockera. En la Escuela de Música de Llanera, donde la familia se estableció durante unos años, aprendió a tocar la guitarra eléctrica, recibió clases de canto y contactó con otros jóvenes músicos. Allí comenzó su historia con "Nadira Indra", cuatro mujeres tocando rock, y con "Gaia Rock", un grupo con el que en 2009 ganó un premio AMAS a la mejor canción por "Se abre el cielo".

Y en eso estaba, dando conciertos por toda la mitad norte de España y con un disco grabado que nunca llegó a presentarse, cuando la ópera entró en su vida. Llegó a las oficinas de la Ópera de Oviedo para hacer sus prácticas en gestión cultural y al acabar, cuando ya casi tenía hecha la maleta para marcharse a trabajar en la recepción de un hotel en Londres, recibió la llamada de Javier Menéndez, el director artístico de la fundación, pidiéndole que se uniera a su equipo. "En el mes que estuve haciendo prácticas, la ópera me fascinó", reconoce, así que le dio el sí y desde entonces es la coordinadora artística de la Ópera de Oviedo; ella es la que contacta con los artistas, a través de sus agencias, la que prepara su llegada a la ciudad y se ocupa de la logística una vez aquí.

"No había ido nunca a la ópera hasta que llegue a la fundación, sabía lo poco que había estudiado en la carrera. Me acuerdo de la primera vez que entré en un ensayo, cantaba Verónica Villarroel, en 'Manon Lescaut'", cuenta. Y se quedó prendada de la música, las voces, la escena y el drama. Tras aquella revelación, y las que vinieron después, Patricia Cuesta no duda en animar a quienes no han asistido nunca a una representación operística a que prueben, y que lo "hagan una y dos veces", porque admite que no siempre gusta a la primera. Les anima a derribar prejuicios e "ideas preestablecidas que nos apartan del arte y de las cosas bellas" y sostiene que "la música es para todos, sin límites".

A Patricia Cuesta le gustan las ciudades pero sin perder de vista la naturaleza, "cerca del mar y del monte". En Oviedo ha encontrado la horma de su zapato, vive en el Milán, a tiro de piedra de su oficina y del Campoamor, adonde llega en unos minutos si alguien la requiere inesperadamente, algo bastante común cuando empieza la temporada. El episodio más estresante de su carrera lo vivió el año pasado, cuando no había forma de cubrir la baja por un problema de salud de Skelton, el tenor que debía protagoniza "Sansón y Dalila"; sus suplentes fueron fallando uno tras otro pero finalmente hubo representación.

En estos últimos años, el rock ha quedado relegado, aunque no olvidado. "El rock siempre está ahí", asegura Patricia Cuesta. A propósito de la polémica sobre la música en vivo en los bares, le vienen a la memoria algunos de sus conciertos: tuvo que cancelar uno en un local de la calle Martínez Vigil y recuerda otro que se suspendió sobre el escenario. "Es muy triste que aún estemos en esta situación. Entiendo el problema del ruido, porque he sido vecina de un bar que no respetaba los horarios ni los límites, pero la solución no es dejar de hacer conciertos", opina.

Por ahora está entregada a la ópera de Oviedo. Desconoce que será de su futuro profesional, pero confía en seguir adelante con la gestión musical porque, admite, "es un mundo que engancha".

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