"Siempre he visto a Santa Teresa como un caballero andante, puedo establecer un paralelismo con don Quijote". De este modo caracterizó a la religiosa abulense el escritor Juan Manuel de Prada, que la convierte en coprotagonista de su última novela, "El castillo de diamante". El otro personaje principal del libro es Ana de Mendoza, más conocida como la princesa de Éboli. El título es un guiño a una de las obras más conocidas de Santa Teresa, "El castillo interior" o "Las moradas", y hace referencia también a las fortísimas personalidades de estas dos mujeres, que chocan como fortalezas de diamante.

Ante un numeroso público, parte del cual acudía ya con la novela bajo el brazo, De Prada quiso desde el principio distanciarse de las tres principales interpretaciones de la vida de la santa que se han realizado hasta ahora, que le resultan a cada cual más molesta. Una, la hagiográfica, que rechaza por cursi. La segunda, la patológica, que le resulta inaceptable porque sería "la única epiléptica en la historia de la humanidad que tiene visiones" y no le parece que finja al escribir o metaforice unas supuestas experiencias sexuales alguien que, "a diferencia de otros escritores de su tiempo, no recurre a la preceptiva. La llaneza es ejemplo de su autenticidad".

Asimismo, De Prada no comulga con presentar a la abulense como una adelantada a su tiempo o proyectar sobre ella las preocupaciones de hoy: "Santa Teresa fue una mujer de su época. Hubo otras mujeres como ella, pero que no tuvieron su genio, y algunas aparecen en mi novela , como María Jesús de Yepes o Ana de Cardona".

La princesa de Éboli ocupó menos tiempo de conferencia y de preguntas del público. De Prada afirmó que existe mucha leyenda negra sobre esta aristócrata, descrita a menudo como una intrigante, lo cual no es del todo cierto. Casada con Ruy Gómez de Silva, amigo y consejero de Felipe II, fue una mujer de gran iniciativa que hizo florecer la economía de su feudo. Ya viuda sí se entregó a la conspiración con Antonio Pérez, el siniestro secretario del rey, montando una especie de "pequeña Gürtel" en palabras del escritor.

La novela explora la relación entre ambos personajes. Partiendo de la petición de fundar un convento en sus dominios de Mendoza a De Jesús, rigurosamente histórica, De Prada fabula cómo fue su relación, que se fue agriando con el tiempo. El autor explicó que frente al personaje de la santa, "muy solidificado", dejó volar más la imaginación con Mendoza y "se fue enamorando de ella" mientras redactaba.

La responsable del Club de Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, María José Iglesias, presentó al escritor, calificándolo como "una de las personas más valientes que tenemos en el panorama literario español, que se caracteriza por decir y escribir lo que piensa". Asimismo, destacó el esfuerzo de De Prada por imitar, que no suplantar, en su obra el español propio del siglo XVI.

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