La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Seis años en casa y 20 kilos menos por una operación que el HUCA fue aplazando

La paciente, de 60 años e intervenida con éxito en la privada, será indemnizada con 200.000 euros

La abogada Inmaculada González. LNE

Estuvo seis años sin apenas salir de casa, con necesidad de compañía y cuidados casi continuos. Sufrió molestias y dolores sin número, además de infecciones que la condujeron al borde de la muerte. De un peso habitual de unos 60 kilos bajó a 40 debido a una prolongada desnutrición. Y, finalmente, una intervención quirúrgica que los especialistas del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) consideraban de altísimo riesgo y fueron aplazando durante años fue realizada por un cirujano de un centro privado con éxito y en un periodo mínimo de tiempo

Ahora, la mujer, de 60 años, recibirá una indemnización de 200.000 euros de manos de la compañía aseguradora del Servicio de Salud del Principado (Sespa). La citada compañía se ha avenido a un acuerdo con la abogada de la paciente tras un procedimiento contencioso en el que no ha sido necesario llegar a la celebración del juicio. En su demanda, la abogada de la familia, Inmaculada González, reclamaba 362.000 euros para la enferma y casi 64.000 para su marido.

Los hechos se remontan a julio de 2002, cuando a M. C. B. P., de 47 años, le fue diagnosticado en el Hospital de Arriondas un cáncer de endometrio. Remitida al HUCA, fue sometida a una histerectomía (extirpación del útero), y posteriormente a un tratamiento de radioterapia.

Los cuatro años posteriores se desarrollaron sin mayores contratiempos de salud. Luego, todo cambió. En el año 2007, su estado de salud empeoró de forma ostensible. Cólicos muy dolorosos que apenas le daban tregua, vómitos muy frecuentes, adherencias y "asas" intestinales, fueron configurando un cuadro preocupante ante el que la paciente acudía a los especialistas del HUCA. La pérdida de peso comenzó a ser muy visible.

A partir de aquí, el relato de la letrada en su demanda ante la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Asturias contiene pasajes espeluznantes. Describe con pelos y señales lo que denomina un "auténtico calvario, con un catéter implantado en la yugular, que le impedía hacer una vida normal, ya que no podía salir de casa". Adelgazó hasta pesar 40,2 kilos. Sufrió una depresión por la que precisó ayuda psicológica. Como secuela de todo aquello, en el momento actual padece un "trastorno por estrés postraumático crónico" que "le genera una limitación para el desempeño de una actividad sociolaboral normal". Resumiendo: "Se agota ante el mínimo esfuerzo".

Y todo ello a causa de lo que la letrada considera una "negligencia" clamorosa por parte de los médicos del Hospital Central. "La negligencia en la que incurrió el HUCA consistió en no intervenir quirúrgicamente a M. C. B. P. por temor a no realizar bien la operación, y también en no derivarla a un especialista que pudiera realizarla si ellos no se sentían competentes para ello". A juicio de la autora de la demanda judicial, "prefirieron no reconocer su impericia y prolongar el estado de gravedad en que se encontraba mi representada".

"Todos estos seis años de franca agonía e incapacitación se habrían evitado si la hubieran intervenido", argumenta la abogada ovetense. Operación que llegó cuando la paciente y su familia decidieron buscar soluciones en la medicina privada. Pero entonces ya estábamos en el año 2013.

¿Qué sucedió en ese momento? Pidió consulta con un cirujano, "el cual le informó de que, aun cuando después de aplicar radioterapia las 'asas' intestinales se vuelven rígidas y friables (que se rompen fácilmente), eso no significa que no fuera posible la intervención quirúrgica, y que en el caso de mi representada, estaba absolutamente justificada desde el primer momento en que comenzó a sufrir cólicos tan extremadamente fuertes como los que había tenido y más aún con pérdida de peso, vómitos, etcétera, e indiscutiblemente antes de implantarle el catéter en la yugular". En el año 2013, ya no toleraba más que agua con suero.

La opinión del cirujano que la atendió es que la implantación de un catéter, en lugar de la intervención quirúrgica, fue un grave error. Estaba claro, prosigue, que la mujer sufría una obstrucción intestinal y que tenía que ser operada. Finalmente, fue intervenida el 13 de diciembre de 2013. "La operación fue extremadamente sencilla y eso es lo indignante", indica la abogada de la mujer. Tras la cirugía, su estado general "mejoró de manera espectacular y empezó a comer con normalidad, al principio en puré las legumbres y al cabo de poco tiempo comiendo con normalidad", concluye Inmaculada González.

Compartir el artículo

stats