Ignacio Hevia Lorenzo es uno de esos médicos que aún no ha cumplido los cincuenta y que ha tenido que ganarse a pulso su puesto en la sanidad pública. En realidad, su vocación profesional ha marcado y condicionado su vida. Y es que muchas de las grandes decisiones que ha ido tomando han tenido que ver con esa carrera que le ha llevado a distintas partes del mundo. El otro gran pilar de su vida es su mujer, Marina, mexicana, de madre llanisca, a la que conoció en Llanes un verano. Precisamente en Pancar fue a nacer el doctor Hevia, por expreso deseo de su madre, que en plenas vacaciones estivales no consideró necesario regresar a Oviedo para dar a luz.

De los Maristas a la Facultad de Medicina. "Soy ovetense hasta la médula, aunque accidentalmente nací en Llanes. Era verano y en Pancar había un hospital en el que trabajaba un amigo de mis padres. Mi madre tuvo la osadía de dar a luz allí y todo salió fenomenal. Toda la infancia la pasé en Oviedo, como alumno de los Maristas, donde me tocó el traslado al Naranco, cuando fusionaron con las Ursulinas. Después me decidí por estudiar medicina, cuando ya se habían implantado los números clausus para acceder a la Facultad. En el verano de cuarto conocí a Marina, mi mujer, y al siguiente año me fui a México. En toda mi vida académica sólo dejé una asignatura, fue la radiología de ese curso. Estuvimos cuatro años de novios, viéndonos unos días al año".

La mili en Astorga. "Acabé la carrera y tuve que hacer el servicio militar en Astorga. Intenté preparar el MIR pero fue imposible. Cuando acabé, me plantee seriamente irme a hacer la especialidad a México. Tuve que hacer un examen parecido al MIR. Lo pasé y me fui, en el 1994. Estuve allí seis años haciendo cirugía general y aparato digestivo. En 1998 celebramos una boda civil en México y ese mismo verano volvimos a España para casarnos en la iglesia de Pancar".

De México a Francia. "En México decidí irme a hacer una formación complementaria y escogí un año en Toulouse para estudiar cirugía laparoscópica o endoscópica. Fue de 2000 a 2001. Tuve la suerte de aprender con un gran cirujano. Ya me había traído a Marina y ese año empecé a preparar la homologación del título. Con los países que no están en la Unión Europea es necesario hacer un proceso de convalidación. Lo aprobé y volvimos a España tras siete años fuera. Estuve dos años en Málaga. Entonces me salió una plaza en el Hospital de Jove (Gijón). Fue una decisión muy difícil de tomar".

El regreso a Asturias. "Decidimos retornar. Marina estaba embarazada de Ignacio, nuestro primer hijo. Luego vino Santiago. Después de Jove me fui al hospital Álvarez Buylla de Mieres. Siempre hemos vivido en Oviedo. Mis hijos son muy ovetenses, y también se sienten mexicanos poco mexicanos. La verdad es que me encanta de Oviedo. Siempre que he estado fuera he sentido una gran nostalgia de la ciudad y de Asturias".

Los paseos por el Antiguo y las vistas desde el Naranco. "Vivir fuera de Asturias y de España, me ha servido para darme cuenta de que el estilo de vida es muy diferente. El primer año que estuve en México estuve doce meses sin venir y al llegar fue maravilloso, ver el paisaje y poder caminar por la calle. Me encanta el mero hecho de pasear por el casco antiguo, la zona en la que vivo. Me gusta esa parte de Oviedo en la que también viví de niño. He visto la profunda transformación de la zona y tengo que decir que aunque aquel Oviedo antiguo tenía encanto, ahora está tan bonito que es una maravilla recorrer las calles. El Naranco es otro de esos lugares que me gustan especialmente, como a la mayor parte de los ovetenses.

Espíritu abierto. "Ni mi mujer ni yo nos hemos arrepentido nunca de haber vuelto a Oviedo. También es verdad que ese espíritu abierto al cambio lo mantengo. Eso sí, siempre regresaría a Asturias. La vuelta a Asturias fue muy agradable, pero dura desde el punto de vista profesional, cuando aún existía la exclusividad".

Una dura lucha profesional, con final feliz. "Me formé en el Hospital Español de México y creo que he trabajado duro por avanzar en mi profesión. He notado que lejos de valorar todos esos esfuerzos, a los que venimos de fuera nos penalizan. A mi me ha costado. Me he encontrado bastantes obstáculos, hasta el punto de que venir de fuera con una formación ha sido un factor en contra. He llegado al punto de acudir a los tribunales. Esta última batalla ha sido emocionante. Llegué hasta el Tribunal Supremo para conseguir mi plaza en propiedad después de cuatro años. Me han dado la razón".

El futuro, reflejado en los hijos. "A mis hijos cuando salimos por Oviedo les hablo de los sitios a los que iba de pequeño, de los partidos de tenis con mi padre en el Centro Asturiano y de tantas otras cosas. Me parece que no serán médicos. Han vivido la preparación de la oposición, algo que no ha sido fácil con dos niños y los 43 años. Además se dan cuenta de que paso fuera cinco o seis noches al mes, por las guardias. Veremos...".

"Oviedo es una ciudad encantadora para vivir, pero realmente las posibilidades para la gente joven son escasas, algo que puede ampliarse a toda Asturias en general. Tengo primos jóvenes y la mayoría están fuera. Por eso, hay que preparar a los hijos para que sean ciudadanos del mundo, dispuestos a desplazarse a donde tengan que ir, pero eso sí, siempre ligados a Oviedo".