Pasear ayer por el centro de Oviedo era como estar dentro de una carrera de obstáculos. Había que sortear largas filas de gente en las entradas de museos y teatros, a grupos de centenares de personas que estaban agolpadas en mitad de la calle para ver un desfile de moda o esperando para acceder a algún taller en una sala de arte. Ayer Oviedo, gracias a la Noche Blanca, era mucho más el Oviedo de siempre, ese nombre de ciudad que es directamente proporcional a la cultura.

Ayer se confirmó esa idea de que la gente joven de Oviedo tiene muchas ganas de que ocurran cosas en su ciudad, y por eso se movilizaron en masa para asistir a los actos programados en más de 40 puntos diferentes de la ciudad. Pero no fueron los únicos, más de 600 niños pasaron por los talleres infantiles del Campo San Francisco y los mayores disfrutaron como niños con los talleres experimentales y los conciertos en los museos.

Aunque no era una actividad programada por el Ayuntamiento, el maratón musical organizado por la asociación vecinal "Oviedo Redondo" en la plaza del Paraguas fue la encargada de levantar el telón de esta edición, la tercera Noche Blanca que se celebra en la ciudad. Familias enteras, pandillas de amigos y algún que otro despistado disfrutaron bajo el sol de los conciertos de grupos como "Monos de acero", "Perro Blanco", Boris y su clarinete desde la 1 del mediodía hasta pasadas las 10 de la noche. Después de comer, empezaron a formarse las filas en la puerta del Campoamor de la plaza del Carbayón para entrar en el ensayo del "Nabucco" de Verdi. "Llegamos un poco antes de las 5 de la tarde y por eso cogimos entradas. Miramos lo que había (sacan la página publicada ayer en LA NUEVA ESPAÑA) y decidimos que queríamos venir aquí porque es un tipo de representación que no ves ni aunque pagues una entrada de la ópera", cuenta Mariate Alonso-Vega. Su hija Belén no piensa lo mismo. "A mí la ópera me aburre, pero luego vamos a ir al taller de dibujo en los bajos del teatro, y eso sí me apetece". Lo dice mientras aprovecha la ocasión para pedir al Ayuntamiento que el próximo año traigan a la Noche Blanca a artistas más potentes "como Taylor Swift o Katy Perry". En poco más de 15 minutos, se repartieron las casi 400 entradas que había disponibles. "Al final nos dejaron meter a casi 500, que vieron el tercer y el cuarto acto, más de lo que estaba programado. Pero se quedó muchísima gente fuera", afirmó Roberto Sancifrián, el técnico municipal que se encargó de cerrar la programación de esta cita. Lo dice mientras saca fotos con su móvil de otro de los éxitos de la jornada, el taller experimental de dibujo dirigido por Toño Velasco, en el antiguo CAMCO. "Aquí importa lo que sentimos al dibujar, no el dibujo terminado", dice el artista a los más de cien adultos y niños que le miran fijamente con varios folios de colores y un rotulador entre las manos. Por eso, en cuanto terminan el primer dibujo, su destino es la papelera. "Es divertidísimo este taller. Mis dos nietas están encantadas y yo me lo estoy pasando en grande", cuenta Felisa Asenjo. No era su primera parada de la tarde, venía del desfile de moda que congregó a varios cientos de personas en la calle Palacio Valdés, incluidos un grupo de estudiantes Erasmus de la Universidad de Oviedo. Más de 20 modelos lucieron los diseños de seis tiendas pertenecientes a la Asociación de comerciantes de Oviedo (Adaco). "Todas estas iniciativas me encantan, debería haber más. De este desfile me iré a las Pelayas y después a los conciertos del Arqueológico", dice Juan Luis García.

Y fue en su siguiente parada, en el Monasterio de San Pelayo, en el que las filas se convirtieron en kilométricas. "Estamos seis amigos y nos organizamos para ir a los sitios que sabíamos que iba a haber más gente. Nosotros fuimos al Campoamor, y no conseguimos entradas. Y otra amiga vino aquí, y después de una hora de cola, conseguimos entrar", cuentan Carmen Lamera y Bernardo Martos. Esta oportunidad única de visitar el monasterio de clausura, porque la asistencia a los cánticos y la oración de las monjas está abierta todos los días, no se la perdieron ni el alcalde, Wenceslao López, ni el concejal de cultura, Roberto Sánchez Ramos. "Es una muestra de que estamos en la sociedad y de que somos parte de ella", apuntó la Madre Rosario.

Los espectáculos de videomapping en la fachada del Colegio de Arquitectos y la performance del artista Israel Sastre en la fachada del Museo de Bellas Artes de la calle La Rúa consiguieron la admiración de su numeroso público. "Son cosas que te llegan, que cumplen el verdadero significado de la noche Blanca", aseguró María Rodríguez.