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Sidra con gusto asiático en La Corredoria

Xiaosheng Ma, "el único chino al que no le gustan los bazares", regenta una sidrería con menú astur-oriental

"Ma" y "Wili" escancian en su sidrería de La Corredoria. LUISMA MURIAS

"Debo ser el único chino al que no les gustan los bazares". Así se presenta Xiaosheng Ma -"Ma" para hacer la pronunciación más fácil al prójimo- cada vez que un nuevo cliente entra en su sidrería; un local que abrió con su mujer, Wei Li Zhang, hace cinco años en La Corredoria. El matrimonio se ha convertido en una de las parejas más populares del barrio gracias a su peculiar carta de platos, su rapidez al escanciar y al hecho de que son los primeros orientales que montan una sidrería en Oviedo. Para los vecinos, ellos son "los chinos de La Corre": "Ma" y "Wili".

La pareja ha logrado introducir sus especialidades en la tradicional lista de tapas sin que a los parroquianos les parezca demasiado chocante. El pollo al ajillo y el chorizo a la sidra están anunciados en la misma pizarra que los tallarines, los fideos chinos y las gambas rebozadas con arroz.

"Al principio la gente no entendía mi carta, pero un culín de sidra con rollitos de primavera entra muy bien". Mantener una conversación con "Ma" o con "Wili" es como tender un puente entre España y China. Ambos insisten en que se han "asturianizado" porque los diez años que llevan en el Principado, previa estancia en Ciudad Real y Madrid, les han servido para adoptar las costumbres de la tierra. La primera, escanciar.

El matrimonio tiene tres hijas nacidas en España (en Castilla La Mancha y Madrid) de 19, 18 y 14 años. "Los abuelos están muy contentos, claro, y presumen de nietas españolas", cuenta la pareja, que conoce a muchos compatriotas afincados en Asturias. "La mayoría son de la provincia de Zhejiang, como nosotros, que por su ubicación es algo así como Alicante en España".

"Ma" y "Wili" cambiaron Móstoles -donde tenían una tienda de bolsos- por Oviedo después de visitar a un amigo, dueño de un restaurante chino. "Era pleno mes de agosto y el calor en Madrid era tremendo. Cuando llegamos a Asturias nos pareció el paraíso. ¡Y encima era verde como mi pueblo!". En un primer momento, el hostelero asiático se rindió a los deseos de su esposa y abrió un bazar en la capital del Principado. "Como no me gustaba nada y lo mío es la hostelería, con el tiempo la convencí para abrir un bar o algo similar".

"Y bien que te va", le dice un cliente a "Ma". "No me puedo quejar", responde él, convencido de que la mejor fórmula para captar clientes es su peculiar estilo de cocina. "Procuro clavar los platos. Vaya, reproducirlos a la perfección. Y creo que lo he logrado con el rabo de toro, que me sale muy bien y a la gente le gusta". Está claro que el matrimonio no desperdició su etapa en Madrid y Ciudad Real, de donde también se trajeron varias recetas. Sin embargo, hay una excepción; algo que no funciona: El cachopo. Por mucho que "Ma" -el más cocinillas del matrimonio- ejecute a la perfección los filetes de ternera rellenos de jamón y queso, nadie pide el plato. El hostelero lo explica. "Me dicen que es imposible un cachopo chino".

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