Se levantaba con el día, apenas empezaba a amanecer y ya estaba en pie. Preparaba un poco de lumbre, ya que empezaba a hacer algo de frío, y mientras la cocina iba entrando en temperatura preparaba el desayuno: un buen tazón de leche con un poco de café y pan. Siempre hacía la misma operación, mientras lo calentaba echaba un vistazo por la ventana para ver que tal día iba a tener. Aquella mañana estaba despejado y el frío se podía sentir dentro de casa, la helada había atravesado las gruesas paredes de adobe.

La cocina iba templando y sobre aquella chapa caliente colocó una pota. Echó unos garbanzos que había tenido en remojo desde el día antes (con un trozo de tocino, un chorizo y espinazo de cerdo de la matanza del año anterior), llenó de agua, echó una pizca de sal, una hoja de laurel, y colocó la tapa entreabierta. Sobre aquella chapa todo se hacía a fuego lento. Por delante quedaban varias horas hasta que todo estuviera en su punto.

En aquella casa cada uno se iba a su tarea. La comida se hacia sola. Bueno, sola del todo no. De vez en cuando quien se encargaba de hacer las cosas de casa y atizar el fuego revisaba que todo estuviera en orden, removía con un viejo cucharón de madera y volvía a tapar. Pasadas unas cinco horas, aquello parecía estar listo. Al probar, aquella insignificante hoja de laurel dejaba un sabor exquisito, por encima de todo lo demás.

El nombre científico es Laurus nobilis, pero comúnmente se le conoce como laurel, alloru, louro? claro que eso ya depende del lugar, en cada pueblo de una manera diferente. Es una planta muy nuestra, originaria de la cuenca mediterránea, usada en gastronomía, nuestros platos no serían lo mismo sin ese gusto tan peculiar que da el laurel. Esto ha llevado a que en las casas sea habitual encontrarlo.

El uso ornamental es tanto o más importante que el gastronómico. Se utiliza como seto, de manera aislada, en copa, incluso en maceta, aunque es un árbol de gran envergadura y con el tiempo puede llegar a ser una "tortura" para la planta, por el espacio que necesitan sus raíces. Para trasplantar, en primavera, el suelo debe ser rico en nutrientes, con buen drenaje. El laurel crece con sol y sin él. Los climas fríos no son de su agrado, pero soporta temperaturas adversas si no son por largos periodos. Los riegos deben ser frecuentes y disminuir a medida que las temperaturas bajan, hasta prescindir de ellos cuando están próximas a cero grados. El abono, rico en nitrógeno, se aporta en primavera y verano. La tolerancia a las podas agresivas hace del laurel una planta muy usada en topiaria, el arte de dar forma a las plantas.

Posee ejemplares hembra, que dan fruto y macho. Las flores son diminutas y amarillas. Bajo las plantas hembra suelen crecer cientos de pequeños laureles procedentes de semillas que caen al suelo y consiguen germinar. Con un poco de raíz es suficiente para plantar. Lo importante es repetir el proceso que se daría de manera natural al caer una semilla al suelo. Para acelerarlo un poco pueden meterse las semillas en agua hirviendo y luego dejarlas hasta que se enfríe. Para plantar se mezclan con turba y arena a partes iguales para conseguir un buen sustrato, en un lugar con temperaturas de unos veinte grados, y con una humedad constante.

Una vez que las plántulas sean lo suficientemente grandes podrán trasplantarse a otro lugar. Por esqueje también pueden conseguirse ejemplares, con estacas de unos quince centímetros, en una mezcla de turba y arena, colocamos los esquejes y cubrimos con un plástico, los situamos en un lugar resguardado y con una temperatura de unos quince grados, controlaremos la humedad, y en cuanto comienzan a crecer nuevas podremos pasarlo a un lugar más soleado. Las manchas marrones en las hojas indican un exceso de agua. Hay que dejar secar bien el terreno entre los riegos, pero sin pasarse. Si la planta tiene poca agua las hojas en las ramas más bajas amarillean y caen. Las cochinillas localizadas pueden eliminarse con un algodón empapado en alcohol, también se evita la aparición de ácaros aumentando la humedad ambiental. Y no podemos olvidar el uso medicinal, tanto de las hojas como de los frutos, en fresco o en seco. El laurel ayuda a la digestión, a tratar reuma, evita las digestiones pesadas y calma el resfriado. Así que, la grandeza y el triunfo están al alcance de todos.