"Verdi merece un paraguas plegable". Eso fue lo que animó ayer a una mujer a permanecer sentada en su sitio de la segunda fila de sillas de madera dispuestas en la plaza del Ayuntamiento para disfrutar de la ópera "Nabucco" mientras llovía, o más bien orbayaba, a eso de las ocho y media de la tarde. Se lo dijo a su acompañante sin apartar la mirada de la pantalla gigante. Sin embargo, pocos abrieron los paraguas durante la velada porque el agua cayó a intermitencias y les permitió disfrutar de la retransmisión del espectáculo que, en ese momento, había en el Campoamor. El público ocupó las 400 sillas del espacio, hubo quien se llevó su propio asiento playero, otros se pusieron en las escaleras de la iglesia de San Isidoro, y el resto se quedó de pie bajo los arcos.

A diferencia de los espectadores del teatro -de largo ellas y de traje ellos- en la plaza del Ayuntamiento lo que había eran muchos abrigos y jerséis. Sin embargo, a un cuarto de hora de que comenzara la función, empezaron a desfilar personas vestidas de tiros largos. Salieron del salón de recepciones municipal precedidos del concejal de Cultura, Roberto Sánchez Ramos, "Rivi", (con su ropa habitual, ni de ópera, ni de faena). Eran los invitados a la boda de Ana Rodríguez y Borja Coto, una pareja ovetense que tendrá el montaje operístico de Sagi en el álbum de fotos. Lejos de disgustarles el hecho de que la plaza del Ayuntamiento estuviera hasta los topes y con una pantalla gigante, decidieron incluir la inusual escena en las fotografías de su boda. "Nos enteramos ayer por el periódico de que iban a montar esto aquí. No nos habían dicho nada en el Ayuntamiento, pero bueno, es original". El novio se lo tomó con humor e incluso lamentó no poder quedarse al tercer acto para disfrutar del coro "Va, pensiero". El banquete de bodas les esperaba.

La mayoría de las cuatrocientas personas que consiguió una silla madrugó para no quedarse sin ella. Martina Martínez y sus amigas, María Ángeles Garrandés y María Jesús Zulaica, fueron con media hora de antelación. "Venimos porque nos gusta mucho la ópera y es una buena oportunidad de ver un espectáculo de calidad. Eso sí, igual teníamos que haber cogido una manta".

Las tres amigas resistieron hasta el final, pero hubo gente que aprovechó el descanso para no volver por la lluvia y el frío.

Al final, una larga ovación en la calle y en el Campoamor.