Fue el conjunto industrial que trajo la modernidad a Oviedo en un doble sentido: suministró a la ciudad gas -desde 1858-, y electricidad -desde 1900-, y además fue construida progresivamente según la corrientes del Movimiento Moderno de la Arquitectura -primeras décadas del siglo XX-, gracias a la intervención de prestigiosos arquitectos, como Joaquín Vaquero Palacios, o del innovador ingeniero Ildefonso Sánchez del Río.

La veterana Fábrica de Gas de Oviedo, de unos 11.000 metros cuadrados, fue ayer objeto de una visita guiada en el marco de las primeras Jornadas de Patrimonio Cultural de Oviedo organizadas por el Ayuntamiento y que hoy sábado culminan con una visita al patrimonio industrial de Trubia y con ponencias y debates en el Teatro Casino de la misma localidad.

Al igual que el pasado jueves en la Fábrica de Armas de La Vega, guió la visita María Fernanda Fernández, historiadora del Arte y guía oficial de turismo, que comenzó por explicar la ubicación de la factoría, "por debajo de la muralla, o cerco en piedra, del Oviedo medieval", es decir, en posición inferior "para que el gas ascendiera por su naturaleza hacia el núcleo urbano a través de tuberías". La interesante relación entre "la desamortización de bienes eclesiásticos y la industrialización en Asturias" es también palmaria en esta factoría, ya que se asentó en la mitad del siglo XIX sobre los terrenos de la llamada Huerta del Deán.

Mucho más tarde, en 1925, al recinto se le construye una "portada en arco" con el fin probable de "ennoblecer su actividad". Ese arco define el primer bloque de la calle Paraíso, que continúa con varias piezas constructivas (vivienda del director, oficinas, etcétera), "alineadas y unificadas por un alicatado en azulejo azul que completó Rodríguez Balbín hacia 1960". En esa fachada hay "un remate final, una caja de cristal volada, donde se encendía una llama azul, el color del gas de hulla".

Ya en el interior del recinto, diversos edificios ordenados racionalmente dieron cobijo a laboratorios, almacenes, talleres, oficinas, comedor, economato, servicio médico e incluso alguna vivienda del personal, todo ello construido con hormigón armado, ladrillo macizo o también paños vidriados.

Entre todos los edificios, destacan aquellos que llevan el sello de Vaquero Palacios, "pariente del director de la fábrica en aquel momento, Narciso Vaquero". Pero también resaltan el característico gasómetro -"uno de los tres que tuvo la fábrica"-, o el corazón de la factoría, que albergaba depósitos de combustible y seis hornos de retorta que producían el gas a partir "del carbón procedente de Teverga, Langreo o Santullano de Mieres, y descargado por los trenes del Vasco".

Ese edificio "hoy completamente andamiado e inaccesible" fue obra "del extraordinario Sánchez del Río, según acreditó un estudio del arquitecto Miguel García-Pola", explicó María Fernanda Fernández. La "sensación de ligereza, su frente acristalado, su chimenea rematada en una especie de terraza, o su escalinata helicoidal" hacen de esta construcción una especie "de escultura y de proa visible desde su entorno".

Otro elemento es "el pabellón del Postigo, de 1899, y obra de Dimas Cabeza", primera central eléctrica de Oviedo. Su pervivencia corre peligro por la determinación del Plan Especial de derribarlo parcialmente para construir viviendas, circunstancia muy contestada por los expertos, caso del arquitecto José Ramón Fernández Molina, presente en la visita y redactor del catálogo urbanístico de Oviedo. En esa línea, María Fernanda Fernández evocó cómo "a una ciudadana, Violeta Suárez, vecina del Campo de los Patos, le dolió en el alma que se viniera abajo la fábrica y nos empujó a crear la plataforma Fábrica de Gas en el año 2000".

La teniente de alcalde Ana Taboada, de Somos, qué también participó en la visita, indicó que "negociar permutas con la propiedad de la fábrica, Edp Energía", podría salvar dicha construcción. Taboada también expresó que "este patrimonio debería recuperarse cuanto antes, más allá de los edificios que Edp ha cedido al Ayuntamiento".