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Tudela Veguín

Veguín lucha contra el apagón cultural

"Aquí no hay noche blanca, todas son negras", dicen en el pueblo, al que treinta personas tratan de devolver el esplendor con ciclos de cine y teatro

Veguín lucha contra el apagón cultural

Cuando un forastero le pregunta a un vecino de Tudela Veguín cuántos habitantes hay en el lugar, la respuesta que obtiene es "menos uno". En realidad, la principal población de la parroquia de Box, a diez kilómetros de Oviedo, tiene unas 700 personas. Y la cifra cae de año en año por bajas naturales, ausencia de nacimientos y la marcha de la población más joven. Los que permanecen allí se han cansado de ver menguar el censo y han decidido pasar a la acción. Por un lado, acaban de crear la Sociedad de Festejos de Tudela Veguín (SOFETUVE) con el objetivo de recuperar en agosto de 2016 las fiestas San Juan de Box y San Sebastián de los Puentes, que no se celebran desde hace un lustro, y organizar un programa de actividades culturales a lo largo del año. Por otro, el pueblo plantea la posibilidad de rehabilitar las viviendas vacías, que son muchas, y ofrecerlas en alquiler a precios muy bajos. Para conseguirlo, piden la colaboración del Ayuntamiento de Oviedo y de la Corporación Masaveu porque son los propietarios de estos pisos: Los tipo social y los que fueron residencia de antiguos trabajadores de la cementera, respectivamente. Además, tanto al equipo de gobierno local como a los Masaveu, les piden un esfuerzo extra para salvar Veguín. Los comerciantes quieren que el municipio les ayude a montar un mercado de productos de ocasión, un "outlet", que atraiga clientes. Y prácticamente todo Veguín reclama a la Corporación Masaveu que done un chalé que posee en el centro para abrir un museo sobre Tino Casal.

El propietario de uno de los seis bares que quedan, Ángel Rodríguez Ortea, define la situación del pueblo como "de película de terror". Heredó el negocio de su padre y éste de su abuelo, que lo abrió en Tudela Veguín en 1913 "tras volver con unes perruques de América". El hostelero mantiene abierto el negocio, que es también una casa de comidas, a base de "imaginación y buena cocina". En la época dorada de Veguín, en la década de los cincuenta, llegó a haber veintiocho bares, dos cines, y hasta un salón de baile. "Ahora organizo jornadas gastronómicas de todo tipo para intentar atraer clientela. Desde el Día de la Madre hasta el Desarme", cuenta Ortea, para el que el declive de la localidad empezó en los sesenta: "En esa época empezaron a cerrar las minas, la fábrica de hidrocarburos, los hornos de cok, o la tejera". Tampoco el polígono industrial cercano (que los vecinos luchan porque se llame de Tudela y no de Olloniego) está dando el resultado económico esperado. "Está medio muerto", comentan los parroquianos, que entran al bar en un goteo débil pero constante.

Si hay algo en lo que todos están de acuerdo es en homenajear a Tino Casal. "Mucha gente viene a Veguín para visitar la tumba del cantante y no entiende que no haya nada más en el lugar en el que nació, ni tampoco en Oviedo". Ortea ha colgado una foto del autor de "Embrujada" junto a los candelabros y el reloj antiguo del bar, pero no se ha quedado ahí. "Mandé un correo a la Fundación Masaveu para que valorasen convertir el chalet en un museo de Casal, pero ni siquiera me respondieron".

"A Veguín no llega ni el folclore de los domingos en la calle, ni la Noche Blanca. Aquí la noche siempre es negra". Así interviene en la conversación, Alberto Paúl Cuesta, el tesorero de la nueva Sociedad de Festejos que se encuentra en plena captación de socios. "Somos unas treinta personas ilusionadas por sacar esto adelante, por devolverle a Veguín sus fiestas, y por darle jornadas de teatro y de cine al aire libre". Con poco dinero de arranque, el equipo directivo ha fijado una cuota anual de doce euros para los socios e intenta aumentar el presupuesto con la venta de lotería, la organización de rifas o la colaboración de comerciantes. "También nos gustaría contar con el apoyo de le cementera. A ver si nos responden", explica Paúl.

Pese a que la población disminuye, el movimiento asociativo resiste. "Aquí somos así, no nos gusta estar de brazos cruzados". Eso cree Nieves Corgo, la presidenta de la Asociación de Amas de Casa, que aprovecha para nombrar alguna de las agrupaciones: Amigos de Veguín, la Peña Azul, la Peña Sportinguista, el Inter de Veguín, SOFETUVE, la Asociación de Vecinos, o la suya propia. A su lado, la portavoz de la asociación vecinal, Vicenta Villarino, anima a los jóvenes a luchar por el pueblo: "Está bien reivindicar que nos arreglen las calles o que mejoren el saneamiento, pero la cultura hace barrio. Sin ella nos morimos".

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