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Bueno: "Hasta el Papa dice que la religión no puede ser violenta; ¿en qué se basa?"

"Platón creó el rigor con la dialéctica, que consiste en definir y clasificar la realidad, pero ha degenerado en diálogo"

Gustavo Bueno, durante la conferencia de ayer. LUISMA MURIAS

El filósofo Gustavo Bueno volvió ayer a partir de ciertas "degeneraciones y corrupciones" del presente para, a continuación, remontarse a suelo más sólido, a Platón concretamente. Por ejemplo, "la dialéctica platónica consiste en clasificar y definir la realidad en la que vive el hombre", y en ese sentido, "Platón creó el rigor" para enfrentarse a todo lo existente. Sin embargo, "la dialéctica ha degenerado en diálogo", un diálogo mediante el cual todo se solucionaría. Pero no ha sido así, sino que se ha creado una confusión aún mayor: "No mentamos la guerra, que es una cosa arcaica, sino que dialogamos".

Pero, lamentablemente, "sin definir y clasificar no es posible vivir". Bueno trajo entonces a colación el contexto de estos días: "Religión y cultura, y lo que se dice de que la religión no puede ser violenta; esto lo dice hasta el Papa, pero ¿en qué se basa? ¿Qué teoría tiene usted de la religión?".

Sobre la relación entre "religión y cultura", Gustavo Bueno evocó un debate radiofónico que "en la Transición mantuve con dos teólogos; ellos estaban en un estudio de Madrid y decían que la religión es cultura, y yo desde aquí les planteé que depende: para el no creyente la religión es cultura, pero para el creyente no es cultura, sino algo sobrenatural". Al acabar aquel debate, el filósofo mantuvo los auriculares puestos y pudo escuchar a uno de los teólogos decir, ya fuera de antena: "Este Bueno es un bicho". Acto seguido, Bueno telefoneó a Madrid y mandó decir: "Dígale que le he oído".

Así pues, Gustavo Bueno acudió ayer para poner orden al "Sofista", de Platón, "una de las grandes obras de la historia, que además contiene una teoría de las artes". Era la tercera conferencia del ciclo de cuatro tituladas "La querella de las artes y las ciencias", dentro de las sesiones públicas de la Escuela de Filosofía de Oviedo en el seno de la Fundación que lleva su nombre. En la primera de las sesiones, Bueno explicó el telón de fondo elegido, es decir "las querellas filosóficas del Barroco", una época en la que "se configuraron los grandes imperios como motores de la historia". En la segunda conferencia, el filósofo desplegó varios temas, entro ellos, "la ciencia como disciplina no empírica", o también el trasfondo ontológico de las ideas" que la filosofía maneja tras clasificar "las morfologías del mundo, las naturales (los animales, los astros, los bosques, etcétera), y las del hombre: los edificios y la arquitectura, la escultura, la música, etcétera".

Respecto al diálogo de Platón, en él describe "al sofista genuino, el que no busca engañar, y que vendría a equivaler al filósofo; de hecho, Platón se consideraba a sí mismo un sofista en ese sentido". Sin embargo, en una obra de juventud, "Protágoras", Platón desnudaba "al sofista vulgar, charlatán y discutidor, que cobraba por enseñar a los hijos de los propietarios de esclavos y a los jóvenes opulentos". Los sofistas "se desprestigiaron" a medida de que su número iba creciendo y abarataron el precio de sus lecciones. Pero los sofistas "no son sólo figuras de la antigüedad griega, sino de máxima actualidad". Lo son "los políticos, los pedagogos, los psicólogos, los sociólogos o los historiadores científicos", y en medida mayor "si están muy próximos al Ministerio de Educación". También son en el presente figuras sofísticas "los periodistas columnistas generalistas, que hablan de la humanidad, de la democracia, de los derechos humanos...", sentenció Bueno.

Pero el filósofo se centró en esa segunda visión del sofista que Platón alcanzó con la madurez. Dicho diálogo fue también "el parricidio de Parménides y una revolución en la ontología". Parménides había postulado una ontología monista y continuista", es decir, todo es uno y continuo. En tal caso, no habría nada que saber y conocer. Sin embargo, Platón mata al padre filosófico y describe la realidad como "múltiple, no una", y formada por las referidas morfologías del mundo, "que están enganchadas unas a otras y esa intersección es la realidad". Se trata, por tanto, del "materialismo compuesto" formulado por Gustavo Bueno. Esa variedad del mundo precisa de la citada "clasificación y definición, que es un arte especial y un método, la dialéctica" que ejercita el buen sofista.

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