Oviedo cuenta, gastronómicamente hablando, con locales de hostelería de referencia. Regional, nacional e incluso internacional. Establecimientos familiares de renombre que, a lo largo de sus varias décadas de existencia, han sabido hacerse un hueco en las agendas de los ovetenses y visitantes que buscan un lugar tranquilo y acogedor en el que disfrutar de recetas tradicionales con un toque innovador. Ubicados en un sitio privilegiado del casco histórico de la ciudad, no es extraño encontrar entre sus comensales a conocidos personajes de la vida cultural, social y política del Principado, así como a integrantes de las muchas familias ilustres que llegan a la capital del Principado. O que en ella residen.

En los tiempos actuales, no es fácil mantenerse en la brecha, pero algunos lo consiguen, como Casa Conrado, evolucionado y renovándose, tanto en instalaciones como en propuestas culinarias, para adaptarse a todo tipo de demandas y necesidades. Y han sido reconocidos por ello recibiendo los más destacados galardones y los mayores elogios del público y critica más severa. También cuentan con un "sol" de la Guía Repsol, así como una recomendación en la prestigiosa Guía Michelin.

No se pueden olvidar, eso sí, las fabulosas recetas que pueden encontrarse en las cartas y menús, todas ellas de elaboración casera, artesana y cuidada con mimo. Una cocina clásica evolucionada en la que se emplean siempre los mejores productos de temporada y en la que no pueden faltar esas propuestas que a todos gustan, como los guisos típicos o una selección muy cuidada de carnes asturianas y pescados del Cantábrico. Y los postres, todos ellos de elaboración casera, que son los que más se disfrutan. Fabes con almejas, pote asturiano (al estilo de Tineo), tronco de lengua de ternera, menestra, merluza "del pinchu" al aroma de manzana o postres como el sorbete de fresa de Candamo, tarta de manzana Tatín con sorbete de Calvados o el pastel de Sabadiego de Noruega son algunas de las propuestas que no deben dejar de probarse. Todos ellos, y muchos más, acompañados de vinos de una bodega muy cuidada, digna de los paladares más exigentes, así como exquisita selección de licores. Establecimientos que no deben dejar de visitarse, aunque sea una vez en la vida. Dejan huella.

Cuando la sangre hostelera corre por las venas, no hay posibilidad de fallo. Varias generaciones de una misma familia que han adaptado sus propuestas a los diferentes tipos de público al que han acogido desde mediados de los años setenta y que han hecho de la calidad y el trato cercano su seña de identidad.