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Las Pelayas ponen a la venta una edición de grabados del monasterio

Las monjas continúan la colección que comenzaron las Navidades pasadas, ahora con una obra dedicada a su claustro

Las Pelayas ponen a la venta una edición de grabados del monasterio

La comunidad benedictina del monasterio de San Pelayo edita por segundo año consecutivo una serie de cuatrocientos grabados en los que el artista Fermín Santos López reproduce una estampa del claustro del monasterio. Con el dinero que recauden de la venta de los grabados, todos numerados y ya a la venta en la portería del monasterio, las monjas se proponen sacar adelante algunos proyectos el año que viene.

Los grabados del claustro han sido encargados por las propias monjas y el ovetense Fermín Santos los ha realizado utilizando las mismas técnicas a las que recurrió el año pasado, cuando reprodujo la fachada del monasterio y la iglesia, en la calle San Vicente.

En los dos grabados ha utilizado fotopolímero, aguatinta y buril. Explicado de modo sencillo, el artista ha preparado una plancha de cobre, trabajándola con el buril y la ha impregnado con resinas para trasladar la imagen dibujada en ella al papel.

Los grabados son de color sepia y están fechados en agosto de 2015, la fecha de su realización. Todos están numerados y llevan la firma del autor. Su precio de venta es de 20 euros.

Fue el médico jubilado Javier Portilla quien, las pasadas navidades, sugirió a la comunidad benedictina de San Pelayo hacer una colección de grabados y lo que entonces era sólo una idea es ahora una realidad.

"No es fácil encontrar grabados ni obras que reproduzcan la imagen del milenario monasterio de San Pelayo, que se levanta en el núcleo fundacional de la ciudad de Oviedo", explica Javier Portilla, que colabora con las monjas benedictinas en esta iniciativa ya desde el año pasado.

La intención, cuenta Portilla, es encargar nuevos grabados dedicados al monasterio de San Pelayo para acabar haciendo una colección. Por ahora hay dos, el de 2014 -que reproduce la fachada del monasterio- y el de 2015 -el claustro-. Es, según Portilla, "una buena ocasión para nuestros regalos de Navidad y Reyes, a la vez que para colaborar con la ayuda económica al monasterio".

La del grabado navideño de las pelayas va camino de convertirse en una tradición, aunque de ningún modo comparable a la del canto de la calenda en Nochebuena, el canto gregoriano que repasa la historia del mundo desde su creación hasta llegar al nacimiento de Jesús y que se perdió en la mayoría de las comunidades religiosas a raíz del Concilio Vaticano II. En el monasterio de San Pelayo se repite desde hace siglos todos los 24 de diciembre, al caer la noche.

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