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Generación OVD

"En Hong Kong ser millonario o pobre es cuestión de minutos"

"Lograr un visado de trabajo en China es muy difícil porque hay que demostrar que nadie puede hacer lo que tú haces"

"En Hong Kong ser millonario o pobre es cuestión de minutos"

La vida de Marcos Llaneza (Oviedo, 1987) es un juego de ajedrez, literalmente. Comenzó compitiendo de niño, en el club de Ciudad Naranco, y viajó por toda Europa participando en torneos, se instaló en Alemania y ha pasado los dos últimos años en Hong Kong, enseñando y entrenando a niños, contratado por la empresa Hong Kong Active Kids. El pasado mes de julio dejó su empleo y se tomó unas largas vacaciones, que empezaron por el oeste de China y siguieron por Laos, Vietnam y Myanmar. Llegó a España hace apenas unas semanas y al aterrizar lo primero que le sorprendió fue "lo lento que iba todo". Se explica: "Todo va mucho más rápido en Hong Kong, puedes crear una empresa en una semana, pasar de ser pobre a millonario o al revés es cuestión de minutos, la ciudad está veinticuatro horas abierta, a cualquier hora hay gente comiendo o cenando en los restaurantes. Yo he ido a comprar al supermercado a la una de la madrugada y había cola".

Marcos Llaneza juega al ajedrez desde los cuatro años y a ello se ha dedicado siempre, compitiendo y entrenando. Hace unos años se planteó buscar ocupación en Asia, recibió una oferta de la Federación Internacional de Ajedrez para trabajar en aquel continente y se lanzó a la aventura. Viajó hasta la ciudad china de Cantón, donde vive su hermano Alberto Llaneza, empresario, y cinco meses después estaba instalado en Hong Kong.

Salir adelante en Hong Kong requiere gran capacidad de adaptación, según cuenta Marcos Llaneza. Todo es distinto. Para empezar, las relaciones laborales. "En China es muy difícil conseguir un visado de trabajo. Tienes que demostrar que lo que tú haces no lo puede hacer ningún otro", cuenta. Explica que los contactos son decisivos a la hora de lograr un empleo, así que no sirve de nada un currículum, por brillante que sea; el contratador y el aspirante tienen que conocerse y entablar cierta relación de confianza.

El ovetense sigue explicando que en Hong Kong todo el mundo come fuera, la comida es buena y barata. Coger el metro es una batalla, pero es la única forma de desplazarse. Se respeta a la gente mayor, pero no hay pensiones ni seguridad social, así que los únicos ingresos que pueden obtener son los de recoger y vender botellas para el reciclaje. Todo es privado. Es la máxima expresión del capitalismo, dice. "Es escandaloso". En Hong Kong basta con hablar inglés. En China el idioma no es una barrera insalvable, según el ovetense. Hay infinidad de lenguas, pero el mandarín es la que el régimen impone y no es tan difícil como se suele pensar. Llaneza asegura que "en tres o cuatro meses te puedes defender hablando".

Ser abierto de mente y saber ganarse la confianza de la gente son las habilidades de las que el ajedrecista echa mano para sobrellevar cualquier situación.

En su día, el maestro de ajedrez intentó emprender una carrera convencional y se matriculó en Historia, en la Universidad de Oviedo. Aquello quedó en nada. Reconoce que el juego es para él "una pasión" y, aún sin haber decidido su próximo paso, confía con "aplicar aquí todo lo aprendido allí" estos años en Hong Kong. Vaticina que " en diez o doce años Asia sería la primera potencia en ajedrez".

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