"Yo estaba durmiendo en el sofá, desperté con las voces que daba Eliane y ya la vi ardiendo", aseguró ayer Francisco José A. P., para quien la fiscal pide doce años de cárcel por rociar con gasolina a su pareja y prenderle fuego, en la noche del 10 de abril de del año pasado, en Santa Marina de Piedramuelle. El acusado, que compareció ante la sección tercera de la Audiencia Provincial, negó haber intentado matar a la mujer, y ésta prefirió no declarar.

Cuando fue interrogada por la Guardia Civil en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), una semana después de sufrir importantes quemaduras, la víctima terminó reconociendo que había sido su pareja quien la había quemado, pero al final reculó y se negó a firmar la declaración. Tampoco quiso ratificarla ante el Juzgado. La fiscal calificó la actitud de la mujer de hasta cierto punto "lógica", ya que se encuentra inmersa en el llamado "ciclo de la violencia" que sufren las maltratadas, aparte de que depende de la familia de su pareja.

Que este caso llegase a conocimiento de la Guardia Civil fue una auténtica carambola. La víctima le envió unas fotos de sus quemaduras a una sobrina suya en Brasil, diciéndole que había tenido un accidente. La chica no la creyó y a su vez le remitió las fotos al marido de la víctima, de la que estaba separada. El hombre, residente en Gijón, que sabía de algunos episodios violentos entre su mujer y Francisco José A. P., con el que llevaba ya dos años, se fue a la Comisaría, y desde allí avisaron a la Guardia Civil.

En el hospital, Eliane dijo al principio a los guardias que se había quemado encendiendo la cocina. Los agentes la presionaron un poco más y fue cuando ella reconoció lo ocurrido. Ese día habían estado de sidras por Oviedo con los padres de él. De vuelta en casa, empezaron a discutir porque él, rebuscando en su bolso, encontró un papel con un teléfono apuntado. La golpeó varias veces, y llegó a agarrarla por el cuello.

Ella terminó yéndose para la cama. "Dijo que media hora después se despertó por el olor a gasolina y un fogonazo", indicó uno de los guardias que habló con ella. Ese día no fueron al hospital. Se curaron, como reconoció el presunto agresor, "con pasta de dientes". A la mañana siguiente, las quemaduras eran tan graves que se hizo perentorio ir a buscar ayuda médica, y no solo para ella.

Francisco José A. P. aseguró que, al ver ardiendo a la mujer, se lanzó a ayudarla. "La eché al suelo para apagarle las llamas. Me quemé las manos. Yo no la rocié con gasolina", aseguró el hombre, en prisión desde que ocurrieron los hechos. Preguntado por la fiscal sobre cómo se explicaba lo ocurrido, indicó: "Ella echaría algo en la cocina de carbón que se inflamó. Tiraba muy mal". Cuando declaró ante la Guardia Civil, aseguró que tenían la gasolina para que la cocina de carbón, que era la única calefacción que había en la casa, ardiese más. Ayer ofreció otra versión, que la gasolina era para limpiarse las manos de pintura. La defensa del acusado, a cargo de Miguel Ron, resaltó que la declaración de la mujer ante la Guardia Civil carece de valor, puesto que no fue ratificada. "Ella misma pidió dos veces que se revocase la orden de alejamiento. No existen pruebas físicas de que el incendio ocurriese en la cama, como sostiene la fiscal, y no en la cocina", indicó.