A sus 17 años, Miguel quiere servir de ejemplo a los niños y adolescentes que sufren acoso escolar. Cree que es necesario publicitar casos reales de "bullyng" para dar un toque de atención a los profesores y a las familias, y aconseja a las víctimas denunciar e incluso cambiarse de centro educativo. Él dejó su colegio en sexto de Primaria y empezó la ESO en un instituto. Ahora cursa segundo de Bachillerato, feliz.