El director del colegio Dolores Medio, Francisco Santos, apuesta a que podría recitar de memoria los nombres y apellidos de todos los alumnos que acuden cada día al centro educativo situado en la calle de La Luna, en pleno corazón de Oviedo. "Sólo somos 170 niños y 16 profesores, por lo que la lista no es tan difícil retener. Somos una gran familia que convive en un espacio pequeñito en comparación con otros colegios", explica Santos, que lleva seis años en el cargo. La relación entre la comunidad educativa es tan estrecha que Ana Aza, la presidenta de la asociación de padres, se mensajea directamente con el director cada vez que lo necesita. "No hay ningún problema para eso, un ´Whatsapp´ y ya está. Aquí trabajamos todos juntos y la relación es inmejorable. Ser tan pocos es una gran ventaja porque nos conocemos y nos ayudamos", afirma Aza.

El Dolores Medio es como una casa de muñecas en la que cada espacio se aprovecha al máximo para dar cabida a los ciclos de infantil y primaria, un edificio protegido de finales del siglo XIX dividido en nueve aulas en las que se reparten niños de entre 3 y 12 años (un grupo por cada curso). El conserje está ubicado en el hueco que se forma bajo la escalera central, el comedor se transforma en sala de usos múltiples para las ocasiones especiales, los profesores aprovechan la sala destinada a la asociación de padres para dar clases de apoyo... Pero todo eso no afecta a la calidad de la enseñanza. "Es cierto que tenemos ciertas carencias en cuanto a espacio, pero las superamos sacándole el máximo rendimiento al edificio y ofreciendo las mismas alternativas que el resto de los colegios de Oviedo", subraya el director.

Además, el centro está de estreno. Después de haber estado dos años reubicados en el colegio San Pedro de los Arcos a consecuencia de las obras realizadas en el edificio, los alumnos han regresado este curso para encontrarse con modificaciones importantes. Entre otras cosas, se ha llevado a cabo la renovación del tejado, mejoras en el aislamiento o en la instalación eléctrica y se ha abierto un espacio antes inutilizado que ahora hace las veces de biblioteca y sala de música. "Ahora estamos encantados, podemos hacer muchas más cosas", explica María Jesús Álvarez mientras dirige a un grupo de alumnos que tocan la flauta.

Los niños también se sienten a gusto en su cole. "Este es el mejor colegio del mundo entero", sostiene Indira Gilabert, que tiene cinco años y se está iniciando en el inglés con la ayuda de su profesora Ángeles Casas. Su compañero Iván Pilar también se expresa en la misma línea. "Tenemos muchos juguetes y los profesores son muy buenos, el Dolores Medio está muy guay", recalca convencido. En el patio techado de infantil, Valentina García y Lara Miguens, ambas de sólo tres años, disfrutan de una película de dibujos animados junto al resto de su clase, aunque esperan con impaciencia que llegue la hora de jugar en el espacio habilitado para los más pequeños. "Tenemos toboganes y casitas para meternos dentro", explica la primera señalando hacia el citado mobiliario.

En una de las aulas de la segunda planta del edificio, Marina Fernández asiste a clase de Cultura Asturiana. "Estamos conociendo al ´pataricu´, que es un personaje mitológico parecido a un ogro que tiene un sólo ojo y muy buen olfato para detectar la comida", explica. Cuando se acabe el horario lectivo y todos los niños que se quedan al comedor hayan terminado, a las cuatro de la tarde, Marina y sus compañeros podrán asistir a las diferentes actividades extraescolares que se ofertan en el centro en colaboración con la escuela de padres. "Tenemos inglés, plástica, teatro, coro, ajedrez, fútbol... Y somos el único centro que ofrece hockey en línea", destaca Ana Aza.

La ubicación del centro también permite a los profesores aprovecharse del entorno. "Estamos muy cerca de los teatros o los museos en los que suelen organizarse actividades culturales así que solemos llevar a nuestros alumnos. Además tenemos muy cerca el Campo San Francisco, que también nos permite hacer muchas cosas con los niños", asegura Francisco Santos.