Santa María del Rey Casto "es la primera capilla real de la monarquía española". Vidal de la Madrid, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, llamó la atención sobre ello y sobre sus implicaciones políticas durante la que fue la última actividad cultural organizada por el Cabildo de la Catedral de Oviedo por esta temporada.

En la nave central de la Catedral, Vidal de la Madrid reunió a los asistentes y habló de los orígenes de la capilla, de sus rehabilitaciones y de su significado para la construcción de la monarquía. Sólo al final pasaron todos a su interior, un lugar en el que está expuesto permanentemente Cristo sacramentado y en el que las visitas se restringen al mínimo para no estorbar a los fieles durante la oración.

Vidal de la Madrid explicó cómo la capilla de Santa María del Rey Casto fue instrumentalizada por Felipe V para legitimar su poder y cómo el monarca Borbón ordenó su rehabilitación con el fin de vincular su poder con el de la monarquía asturiana y darle apariencia de continuidad a pesar del cambio dinástico. También se apoyó en la devoción mariana, según el historiador, ya que en ese recinto se veneraba a la Virgen de las Batallas.

Hay quien sostiene, según contó De la Madrid, que la imagen de Santa María que se exponía a la devoción pública en la catedral ovetense es la misma que ahora está en la cueva de Covadonga. Se trasladaría allí para sustituir a la que ardió en el incendio del santuario. En cualquier caso, según el historiador, no hay ninguna certeza sobre ello.

Lo que sí está documentado es que la rehabilitación de la capilla del Rey Casto fue motivo de discordia entre el Cabildo de la Catedral y las pelayas. Vidal de la Madrid contó cómo, para llevar a cabo su rehabilitación durante el reinado de Felipe V, fue necesario derribar un muro colindante con el monasterio de la monjas y que estas se negaron a dejar pasar por él a los operarios, al arquitecto y al Cabildo. "Fue un episodio más de la competencia entre las comunidades que se disputaban unos pocos metros" en el casco antiguo de Oviedo, según De la Madrid, y se produjo cuando aún coleaba otra polémica por la construcción de la torre del campanario del monasterio.