Decenas de feligreses desafiaron ayer a la lluvia para procesionar en el tradicional vía crucis del Viernes de Dolores desde la iglesia de los Santos Apóstoles hasta el santuario del Cristo de las Cadenas. "El calvario del siglo XXI está en Siria o en Afganistán donde los cristianos son perseguidos", dijo el arzobispo Jesús Sanz Montes justo antes de partir vestido con su hábito de franciscano y junto a una veintena de párrocos del municipio para honrar a Jesucristo y rezar las quince estaciones; desde su condena a muerte hasta su resurrección.

Diez minutos antes de salir de la parroquia del barrio de Buenavista, los sacerdotes no tenían claro si salir a la calle o hacer el vía crucis dentro de la iglesia ante la lluvia que caía en ese momento. Julián Herrojo, el párroco del Cristo, o José Luis Pascual, el de los Santos Apóstoles, esperaban impacientes la llegada de Sanz Montes para tomar una decisión definitiva. Algunos consultaban las previsiones meteorológicas en el teléfono móvil, y no eran demasiado buenas. Iba a seguir lloviendo, aunque débilmente. A las ocho menos cinco el arzobispo entró en la parroquia, que estaba llena de feligreses acomodados en la bancada ante la posibilidad de procesionar en el inmueble. Sanz Montes dio su visto bueno al vía crucis y todos se pusieron manos a la obra. Los ciudadanos salieron a la calle ordenadamente y abrieron sus paraguas. Allí había otro buen número de personas deseando caminar. Los sacerdotes repartieron velas para el cortejo y pocos minutos después de las ocho, la comitiva partió en silencio y oración siguiendo a una enorme cruz de Buenavista al Cristo. Empieza la Semana Santa.