Cuando Ángel Rodríguez Viejo sube a la tribuna de la Catedral, frente a la nave mayor, pulsa un botón verde encajado en la barandilla de madera. De inmediato suena un zumbido parecido a los motores de un avión. El ruido cesa lentamente hasta desaparecer y el sacerdote comienza a tocar. Está sentado ante un órgano neumático, mecánico y con transmisión eléctrica. Un instrumento ecléctico entre el romanticismo y el clasicismo dotado con tres teclados y 47 registros. El Consejo del Patrimonio Cultural de Asturias acaba de declararlo BIC (bien de interés cultural) como parte de una lista de once órganos históricos asturianos de los que tres son de Oviedo: el de la Catedral (1905), el de Santa María La Real de la Corte (1705) y el de San Isidoro el Real (el armario es de 1678 y la mecánica es del siglo XIX). La nómina se completa con otros dos de la iglesia de Corias (Cangas del Narcea), el de Covadonga, el de la basílica de Llanes, el de la iglesia parroquial de Luarca, el de la colegiata de Pravia, el de Puerto de Vega (Navia) y el de Santa María de Valdediós (Villaviciosa).

Los instrumentos ovetenses son de diferentes épocas, aunque el de la Catedral y el de San Isidoro presentan similitudes estéticas por su mezcla de estilos y los tres tienen una historia plagada de mudanzas, desastres, reparaciones o conciertos magistrales.

"Digo que 'el neno está constipado' si no está afinado o no suena todo lo bien que debiera". El párroco de San Isidoro, en la plaza del Ayuntamiento, demuestra con esta afirmación el cariño que siente por el órgano de su iglesia mientras sube la escalera de caracol que conduce al altillo. José Luis Alonso Tuñón abre pacientemente todas las puertas metálicas que lo protejen, separadas entre sí apenas por unos metros. "Es por seguridad". Una vez arriba pregunta al interlocutor por lo que está viendo. "Parece de mármol, ¿verdad?. Pues no lo es". La caja está pintada y es del siglo XVII, pero la mecánica es del XIX. El músico Jorge Méndez lo restauró hace cinco años. Reparó las válvulas, la mecánica y los fuelles, y mejoró el aspecto del mueble al retirar la pintura plástica de color marrón que cubría la madera y los barnices originales. Aún así, casi nunca se toca. Como mucho, cuatro veces al año y siempre por manos expertas. "No dejo que cualquiera lo haga. Si alguien dice que es pianista me pongo a temblar. Tiene que ser organista, que es distinto", explica el sacerdote.

A punto de cumplir 28 años, Juan Manuel Morán ha cumplido su sueño. Desde hace tres, es el organista litúrgico de Santa María la Real de la Corte. "Es un honor tocar un instrumento de 1705 por el que han pasado algunos de los mejores músicos y que ha costado tanto esfuerzo y dinero restaurar". El Gobierno regional desembolsó 175.000 euros para reparar los daños que causó una tromba de agua en el instrumento en 2003 evitando así un desastre patrimonial. Y es que este órgano "ibérico" sólo es comparable por sus características al de Valdediós, Pravia y Puerto de Vega. Es mecánico y funciona con un sistema de correderas. Además, a diferencia de sus coetáneos europeos, permite usar simultáneamente en un único teclado unos registros para la mano derecha y otros para la izquierda.

Tras el susto de inicio de siglo, el órgano de la Corte vive buenos tiempos. Es una de las estrellas de "Las veladas de los jueves", un programa musical de entrada libre en el que el público disfruta de sus matices, La próxima cita es el 7 de abril, a las 20 horas.

El organista del templo de San Salvador sigue el culto por un retrovisor

Rodríguez Viejo es el párroco de San Tirso y el organista de la Catedral desde hace una década, aunque tocó por primera vez el ahora BIC en 1966 bajo las órdenes de Ángel González Pérez. En aquella época, el instrumento se mantenía tal y como lo había construido Aquilino Amezúa en 1905, pero todo cambió un año después con una reforma llevada a cabo por Organería Española. Los técnicos le pusieron transmisiones eléctricas y fusionaron los elementos con un nuevo teclado manual de 56 notas a los dos ya existentes y otro "pedalero" de 30 notas. "Quisieron acercar el órgano romántico al clásico porque iba bien para interpretar obras sinfónicas. La mezcla de estilos es aún mayor si se tiene en cuenta que el órgano tuvo intervenciones en 1917, 1940 y 1951", explica el sacerdote sentado de espalda al altar. Y es que el párroco de San Tirso ve las celebraciones al revés por un espejo retrovisor. "Para mí el sacerdote da la bendición con la mano izquierda. Es cuestión de acostumbrarse".

El órgano de tubos de la Catedral apenas se toca en las celebraciones. Cada dos o tres años un equipo técnico lo revisa y afina. Mientras tanto, la mayor parte de los cultos y bodas se acompañan con otro órgano mucho más moderno y electrónico situado en la planta baja, junto a la nave central. La directora de la Escolanía de San Salvador, Elisa García, es una de las privilegiadas que toca el principal de vez en cuando, un órgano por el que han pasado músicos de la talla de José María Mancha (que fue organista de la catedral de la Almudena), José Enrique Ayarra (antiguo organista de la catedral de Sevilla) o el conocido Luis Elizalde, entre otros.

En la iglesia de San Isidoro no hay organista titular. El párroco sabe hacerlo -"estudié cuatro años"- pero se reserva para las labores propias de la parroquia. Al igual que en el templo de San Salvador, Rodríguez Viejo ha optado por utilizar en las celebraciones un órgano moderno junto al altar y tocar lo menos posible el tubular, que protagoniza algunos conciertos del Ciclo de Música Sacra "Maestro de la Roza".

El órgano de San Isidoro procede la Catedral. Lo construyó en 1678 el asturiano Alonso Menéndez Forzinas y en 1770 el cabildo lo donó a la iglesia de San Matías, que luego cambió su nombre por San Isidoro el Real. En el siglo XIX sustituyeron el sistema mecánico y mantuvieron el armario original, convirtiéndose en un órgano romántico de estética barroca. Ya en el siglo XXI, su restaurador lo encontró con el mueble hundido y las trompetas retorcidas porque unos ladrones habían entrado en la iglesia y se encaramaron en el órgano para alcanzar las ventanas del tejado y huir. El coste de la rehabilitación, "difícil de calcular", corrió a cargo de la parroquia gracias al empeño de Alonso Tuñón, encantado de explicar los detalles del instrumento. "Los tubos salientes estaban activos en la época barroca del órgano pero ahora están de adorno y los llamamos cariñosamente 'canónigos'".

Santa María la Real de la Corte guarda dos secretos. Uno viejo y deteriorado y otro nuevo y en perfecto estado. Se trata de las arcas de viento, hechas de madera, dotadas de canales y válvulas en las que se apoyan los tubos del órgano. El primero se echó a perder por una gotera hace trece años y el segundo es una réplica exacta, hecha por el alemán Gerhard Grenzig. Este organero, que tiene su estudio en Barcelona, ya había restaurado el instrumento barroco en 1988. "El órgano estuvo siete años inutilizado hasta que Grenzig volvió a hacerse cargo", explica el joven que ameniza musicalmente las celebraciones de la iglesia desde 2013. "La plaza de organista en La Corte estaba vacante y yo disponible, así que me vino como anillo al dedo. Estudié órgano, violín, piano y composición en el Conservatorio de Oviedo. E hice un curso específico con Roberto Fresco (el organista de la Almudena) en Carrión de los Condes (Palencia) donde los órganos son muy similares a este". Juan Manuel Morán también ha ofrecido conciertos en la iglesia de la calle San Vicente, donde algunas personas acuden con la única intención de contemplar y escuchar el órgano.

Entre la nómina de músicos que se han puesto al teclado destaca Adolfo Gutiérrez Viejo, exdirector del Coro Nacional; Samuel Maíllo, el organista de la catedral de Getafe, Enrique Martín Laguna, Roberto Fresco o Petros Pakkunen, del grupo de música antigua Audi Alteram.