Ana Nebot, soprano y profesora de la Escuela de Música de Llanes, de pequeña jugaba a cantar. Formó parte del coro del Colegio de Meres, en el que estudió, y protagonizó coreografías sobre las canciones de Teresa Rabal. Estudió danza con Marisa Fanjul y solfeo en el conservatorio, entonces ubicado en la calle del Rosal. A los 16 años comenzó en el Coro de la Fundación Princesa de Asturias y enseguida destacó como solista. Ana Nebot, (Oviedo, 1975), quería ser médico, la carrera que a su padre, el fotógrafo José Manuel Nebot, le gustaba para ella, pero finalmente se cambió a Historia del Arte. La música y el canto ganaron la partida.

La soprano que cambió la bata blanca por los escenarios. "El canto era una afición. Yo quería ser médico. A mi padre le hacía mucha ilusión que estudiase esa carrera. Empecé en la Facultad de Medicina con buen ánimo, pero todo aquello me desencantó bastante. En primer curso ya se respiraba una alta competitividad. La gente sólo hablaba del MIR. Así que decidí cambiarme a Historia del Arte. En enero de 1995 me matriculé en el Real Musical con la profesora María Dolores Suárez Tamargo. Hice solfeo y piano con María Ablanedo. Eso sí, mi padre me pidió que al menos aprobase una asignatura de Medicina, por si algún día quería seguir. Logré sacar Bioquímica".

Una infancia muy feliz, entre fotografías y juegos. "Nací en Oviedo, en febrero de 1975. Mi infancia transcurrió en el centro de la capital. Fue tan feliz que todos mis recuerdos son muy buenos. Quizás fueron peores a medida que me hice mayor y me di cuenta de que la ciudad era muy conservadora. Eso lo entendí con el tiempo. Mis padres vivían en la calle Covadonga y tenían su estudio en Milicias. Jugaba mucho en el Parque de San Francisco. Mis mejores amigos eran los hijos de los dueños del Hostal Asturias. Pasé allí muchas horas de infancia. Si hacía bueno íbamos al parque y cuando llovía jugábamos en el hotel. Pasé mucho tiempo en el estudio de fotografía. Yo era una niña muy tranquila y responsable. Me ponían allí con un libro o ayudaba a a pasar el listado de teléfonos, que aumentaba cada día. Entonces no estaba mal visto que los niños fuesen al lugar de trabajo. En el estudio se montaban muchas tertulias. Mi padre estuvo metido en múltiples luchas por el bien común. Por allí pasaba mucha gente interesante y yo me fijaba en todo. Del estudio a casa iba sola, algo impensable en la actualidad. Creo que ahora a los pequeños se les protege demasiado. Oviedo es un lugar muy tranquilo y seguro".

El viejo caserón de la calle del Rosal. "Empecé solfeo en el antiguo conservatorio de la calle del Rosal. No me gustaba demasiado ir. Ahora, cuando voy a trabajar con mi pianista y paso por el conservatorio actual, pienso que me habría encantado disponer de ese espacio magnífico para estudiar música. Fui al colegio fuera de Oviedo y estaba todo el día fuera. Si algún día tenía que venir antes, por ejemplo, para ir al dentista, mi padre iba a buscarme y aquello de estar por la calle a las cuatro de la tarde era una cosa extrañísima. Fui buena estudiante. En el colegio se fomentaban mucho las actividades artísticas y yo cantaba en el coro. Ensayábamos en los recreos y no nos importaba nada perder aquel descanso".

El encuentro con Iberni y aquel primer concierto en la Catedral. "Terminé los estudios de canto en Barcelona y en Valencia. Mi primer recital oficial lo ofrecí en el claustro de la Catedral, gracias a Luis García Iberni, que siempre me guio y me dio muy buenos consejos. Fue mi profesor en la Facultad y un día, tras enterarse de que estudiaba canto, le hice una audición en su despacho. Me ofreció la oportunidad de participar en el desaparecido festival de la Universidad. Fue muy importante irme a Barcelona, es cierto, pero me he sentido siempre muy respaldada por los programadores asturianos, sobre todo en Oviedo. Acabo de hacer 'El Rey que rabió' para la Zarzuela y estoy encantada".

Afición musical, en la ciudad, con varios matices. "Cantar en Oviedo ya me da un poco igual, pero he tenido que hacer un trabajo para lograr aislarme de ciertos condicionantes?la gente te conoce, te llegan comentarios y te afectan. Así que tienes que aislarte de alguna manera de todo eso. Se habla mucho de la afición musical, que late en Oviedo. Yo creo que a la gente no le gusta la Ópera, más bien, le gusta el hecho de ir a la Ópera. Por ejemplo, el ciclo de conciertos del Auditorio es diferente. Allí te encuentras con personas que no se pierden uno, pase lo que pase".

Apoyos para la música. "Espero que no destruyamos un trabajo que costó mucho hacer. Tenemos que seguir protegiendo la temporada de Zarzuela". En casa escucho de todo, salvo Ópera. Tengo el privilegio de poder disfrutarla en vivo. Me gustaría repetir algún papel como la Ilia del Idomeneo 'Rey de Creta', la Nedda, de 'Payasos' de Ruggero Leoncavallo. También me encantaría hacer Tosca o La Traviata, pero mi voz no es para ese tipo de vocalidad".

"Me encanta ir por la zona antigua de Oviedo y llevar a los amigos que vienen de fuera para que conozcan sus rincones. A mi me gusta mucho caminar sus calles, especialmente por la noche, cuando no hay gente. Muchas veces salgo de estudiar con mi pianista y es un lujo pasear bajo la lluvia y escuchar los sonidos de los pasos en las losas. Estuve un tiempo viviendo en París y quise volver para estar cerca de mis padres. Actúo y doy clases en la escuela de Música de Llanes, no me veo yo fuera de Asturias".