En Oviedo abundan las tertulias. Las hay informales, distendidas, que surgen entre amigos y sin compromisos. Hay otras más formales, con fecha fija de encuentro y en las que no vale cualquier tema: hay que atenerse a lo programado. Acampan en cafés y bares. Los más veteranos se mantienen y los jóvenes no dejan de reunirse para conversar. Así que las tertulias florecen en la ciudad.

Una de las más estables es la que mantienen desde hace 29 años en la cafetería del hotel Ramiro I ocho amigas, muchas de las cuales a estas alturas son octogenarias. Todos los miércoles, a media tarde, se reencuentran y se ponen al día. A lo largo de casi tres décadas de amistad y conversación se han acompañado en las penas y en las alegrías. Hablan de hijos y de nietos, pero también de jardinería, de música, de libros, de cocina... y de "algo de politiqueo también".

Las mujeres del Ramiro I se conocieron a la puerta del colegio de sus hijos. Muchas de ellas eran recién llegadas a Oviedo. En el grupo hay una madrileña, una gallega y otras de León, Zamora y Alicante. Lejos de su familia se convirtieron en confidentes y se dieron el apoyo mutuo que necesitaba. Cuentan que, pasados los años, ya saben quien está triste o pasando una mala racha sólo con mirarse, y es entonces cuando despliegan toda su energía.

"Disfrutamos de la alegría de reunirnos: en los momentos tristes nos hemos ayudado mucho, y los alegres no los hemos desperdiciado", comenta Celia Cantó. Ése es el espíritu de esa tertulia, "una reunión de amigas", como ellas se ven, que intercambian afecto al mismo tiempo que cultura, consejos y diversión. Entre sus miembros todas destacan a una, la veterana, Berta López, que fue directora de Radio Asturias y que ahora, a sus 88 años, es pura energía.

Tertulias las hay de muchos tipos, de amigos y de compañeros de profesión o de amantes de tal o cual asunto. Las hay de temas sociales, de fútbol y literatura. Las hay desde hace unos años que se mantienen en idiomas extranjeros, algo que tiene que ver con llegada de Erasmus y la apertura a otras culturas. En tertulia no faltan tertulias, ni ganas de conversar.

La biblioteca de La Granja ha recuperado la tertulia cultural que tuvo hace décadas. Ahora es más diversa, se habla de todo, y son asiduas a ella media docena de personas, que acuden todos los jueves a las once de la mañana con café y galletas para acompañar la charla. "Se habla de política, de la vida loca, de historias personales y vivencias", sintetiza Ángel Martínez, uno de los contertulios, marino mercante jubilado.

La tertulia de La Granja surgió a iniciativa de dos animadores socioculturales, Juan Mortera y Alfonso Aguirre, que trabajaron en la biblioteca del Campo San Francisco. Se fueron, pero mantuvieron la vinculación con el lugar y la tertulia. No hay restricciones en la charla, sólo se es cuidadoso con los temas sensibles, como el fútbol: "Solo hablamos de fútbol una vez, cuando subió el Oviedo". Por lo demás, los contertulios pasan de las dificultades para constituir Gobierno en España a los impuestos, de los Premios Príncipe de Asturias a los viajes que han hecho a lo largo del mundo y a otro sinfín de asuntos.

La del Campo es una de las tertulias más jóvenes. El médico y presidente de la Sociedad Filarmónica de Oviedo Jaime Álvarez-Buylla acude todos los días al hotel de la Reconquista, donde se reúnen algunos de los que estuvieron en una de las de más solera en la ciudad, la de "Los Puritanos". Álvarez-Buylla cuenta que "Los Puritanos" nació en el Peñalba, allá por el año 1952. Luego se trasladó al Rialto, pasó por el Automóvil Club y acabó en el Yuppi. Su distintivo era, según sus propias palabras, "la variedad en la conversación y un respeto mutuo enorme". Era frecuentada por personalidades como el Rector de la Universidad de Oviedo José Miguel Caso, el nutricionista Francisco Grande Covián o el Nobel Severo Ochoa. Los miembros de "Los Puritanos" otorgaban el premio al "Personaje de la Temporada", una iniciativa del que había sido Alcalde de Oviedo Arturo Álvarez-Buylla.

Aunque se hablara de todo, "Los Puritanos" dedicaban la mayor parte de sus conversaciones a la música y muy especialmente a la ópera. Pavarotti y Kraus participaron en ella, y muchas otras personalidades del mundo de la cultura, como Pilar Miró, que fue directora de Televisión Española y que dejó impresionado a Jaime Álvarez-Buylla. "Era una persona extraordinaria", recuerda.

El médico sigue con la costumbre de reunirse con algunos amigos a dar un repaso a la actualidad y las cosas de la vida. Todas las tardes acude a la coctelería del Reconquista, en la que se encuentra con amistades como Antonio Pesquera, Santos Muñoz, Manuel Abad, Joaquín Samaniego, Francisco Riera o Pedro Cortés. La mayoría supera los ochenta años.

Ésa es un encuentro de amigos, sin convocatorias ni programa. Pero en Oviedo hay reuniones que, con el pretexto de la charla, han adquirido cierta formalidad. Es el caso del "L´ Alderique", fundada en el año 2006 por el periodista César Álvarez. Entre sus miembros, el psicoesteta Ramiro Fernández, el coronel Vicente Bravo Corchete, el expresidente de la Federación Asturiana de Empresarios, Severino García Vigón, o el cronista oficial de Lugones, José Antonio Coppen.

"L´ Alderique" invita a compartir mesa con los contertulios a personalidades que les instruyen y con las que intercambian impresiones. Por ella han pasado el letrado Ramón Punset, el filósofo Gustavo Bueno, el investigador Carlos López Otín, la abadesa de San Pelayo sor Rosario del Camino Fernández-Miranda o, la última, la presidenta de Hunosa, María Teresa Mallada.

En Oviedo abundan las tertulias de mujeres, como la de Las Jimenas, que arrancó en 2008 y cuyo logo fue diseñado por el pintor Manolo Linares. Su impulsora fue Esperanza del Fueyo;_su propósito, recobrar tradiciones y trabajar en favor de Asturias y de Oviedo. Se reúnen en el café Nuevo Ayala. También son mayoritariamente mujeres las que forman parte de "La Pizarra", una tertulia literaria que comenzó a encontrarse en los aledaños de la plaza de la Catedral y que este año celebró su décimo aniversario con una comida en el Café Gijón de Madrid a la que invitaron al escritor Antonio Muñoz Molina.