Javier Fernández Panadero, profesor de Secundaria y autor de libros de divulgación científica para niños y jóvenes, da hoy una charla en la librería "El Búho lector" (calle Nueve de Mayo), a las 18.00 horas. Servirá de presentación de su libro "Aproxímate. La ciencia para todos" y en ella, como es costumbre en él, promete aunar diversión y conocimiento.
-¿En Oviedo, como acaba de hacer en Pamplona, también realizará sus experimentos en pijama?
-Es posible. Si hay buena audiencia... Bromas aparte, esa es una manera de eliminar cualquier argumento de autoridad por mi parte. Soy un tipo en pijama, mi opinión no merece ningún respeto. Yo mido, calculo y demuestro.
-¿Quiénes se sorprenden más con sus experimentos científicos, los niños o los adultos?
-Ambos, la sorpresa viene de esperar un resultado distinto, de tener un preconcepto equivocado. En esto caemos todos. De hecho, algunos resultados son tan sorprendentes que, de no saber yo que el experimento sale, tendría mis dudas.
-¿Han mejorado los conocimientos científicos de los españoles en las últimas generaciones? ¿Son peores? ¿Mejores?
-Hay confusión en este campo y en otros. No es lo mismo decir que no se ha mejorado a que no es suficiente. Pasa lo mismo con la mortalidad infantil, el hambre, las guerras? Estamos mejor, pero es insuficiente. Para eso trabajamos.
-La gente se empeña en que la ciencia sea divertida pero habrá que ponerse serio en algún momento. ¿Está de acuerdo?
-Lo contrario de divertido no es serio, es aburrido, así que yo hago humor y ciencia de una manera extremadamente seria. El humor es un recurso más con el que me desenvuelvo bien, pero la diversión en un sentido amplio, en el sentido del disfrute, debe estar presente siempre.
-En España, ¿alguien se toma la ciencia en serio?
-Por supuesto, los investigadores, los docentes, todos los que trabajan y dedican su vida a ella. El resto de la población también está involucrada en la ciencia, desde la comida o los medicamentos que toman, hasta cualquiera de los aparatos que utilizan. Es necesario que la sociedad conozca eso y se preocupe de ello, porque será entonces, cuando repercuta en votos, cuando los políticos se ocupen de la ciencia en serio. Aquí cabe recordar aquello de que un país no invierte en investigación porque es rico, sino que es rico porque invirtió en ciencia y en la que es su necesaria primera etapa: la educación.
-¿La ciencia acabará por resolver las grandes incógnitas de la humanidad?
-La ciencia es progreso y cada vez comprendemos mejor el mundo. También aprendemos cada vez más sobre qué es lo que somos -y lo que no- o lo que representamos en el mundo animal, en el ecosistema y en el Universo. En todo caso, las preguntas últimas, sobre el propósito de la existencia, el arte o el Amor, queda fuera del alcance de la ciencia, porque esta se ocupa de cómo funcionan las cosas, no de por qué. Desde un punto de vista estrictamente materialista también podría alegarse que no tiene por qué haber un "por qué" o un propósito en nada. A mí me gusta pensar que sí, pero es una elección personal y no un resultado científico.
-Usted habla de ciencia y de filosofía, ¿en el futuro ambas estarán integradas? ¿Cómo contempla el debate sobre el papel de las humanidades en la enseñanza obligatoria?
-Como decía, la ciencia se ocupa de "cómos", la filosofía se ocupa también de "porqués". Ambas son necesarias y necesitamos a esta segunda, que también se ocupa de cómo pensamos para poder entender lo que hacemos con la primera. Son, como todos los saberes, complementarios, y parte de la cultura que todos deberíamos tener y disfrutar. Por lo tanto, deben formar parte de la formación obligatoria de cualquier ciudadano que aspire a ser libre y feliz. Se acabó ser de "ciencias o de letras".
