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El HUCA caza virus en Camerún

María de Oña y Santiago Melón ayudan a sus colegas africanos a mejorar el diagnóstico de enfermedades como el VIH, el cáncer de cérvix o el paludismo

María de Oña y los técnicos del hospital de Yaundé.

Se sobrecoge al recordarlo: la sensación que María de Oña tuvo caminando por un barrizal hacia el hospital de Yaundé fue "de paz, pero no una paz divina, no, una paz muy terrenal". A las siete y media de la mañana, las mujeres vendían plátanos y maíz a la puerta de sus casas y los niños caminaban al colegio. Todo estaba en orden. Cuando llegó a Camerún María dejó de ser María y se convirtió en "la blanche" (la blanca). Eso sucedía en 2010. Era la primera vez que la viróloga del HUCA (Hospital Universitario Central de Asturias) viajaba a África. Iba como voluntaria de la Fundación Recover, con un proyecto de prevención del cáncer de cérvix y para enseñar a detectar el virus del papiloma humano; acabó montando un laboratorio de microbiología en el hospital de San Martín de Porres, que mantienen las dominicas de Granada.

Con María de Oña, la jefa de Virología del HUCA, los profesionales cameruneses aprendieron a realizar cultivos bacteriológicos para detectar el papiloma, las clamidias o la hepatitis B, entre otras muchas enfermedades. Con "la blanche" llegaban palés cargados de aparatos y material, que donaban las farmacéutias y el propio HUCA, intrumental inservible aquí y valiosísimo allí.

María de Oña vivió en Yaundé dos meses en 2010. Los dos años siguientes regresó a pasar estancias más cortas. El último la sorprendieron recibiéndola con un laboratorio de microbiología recién construido, tal y como ella les había explicado que debería ser. "Ellos me han enseñado profesionalmente más de lo que yo he podido enseñarles a ellos: era increíble todo lo que podían diagnosticar solo con un microscopio, lo veían todo", cuenta.

Tras ella fue Santiago Melón, su adjunto en Virología. Él se aventuró a solas, el año pasado, porque la Fundación Recover suspendió los viajes por el riesgo de secuestros y la amenaza del Ébola. Melón se estableció en Bikop, una población en mitad de la selva, en un centro de salud gestionado por las Esclavas del Niño Jesús. Su alojamiento era más confortable que el que María de Oña tuvo al llegar. Antes de dormir, cada noche, la viróloga dibujaba un círculo alrededor de su cama que detenía el avance de las alimañas. "Por la mañana, el alrededor amanecía plagado de cádaveres", bromea.

Santiago Melón no comparte el espíritu original con el que fueron fundadas las misiones. Él, aclara, no va a ningún lugar "a hacer caridad". "Voy a ayudar y a enseñar lo que sé", afirma. En Bikop lo que enseñó fue a mejorar el control del VIH. Muchos niños nacen infectados, explica, y la enfermedad no se detecta hasta que presentan síntomas, a veces con seis años. Mucho tiempo perdido.

Melón dice que no sabe si regresará pero pone cara de que sí. Y lo mismo le pasa a María de Oña. Bromean y animan a su compañera, Marta Elena Álvarez, a unírseles. Pronto vendrá un joven técnico a formarse y antes han venido otros. El flujo de profesionales y conocimientos entre el HUCA y Camerún no cesa. De Oña y Melón cuentan que se extiende a otras especialidades y se intensifica a través de internet, con un programa desarrollado por Recover.

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