José Ángel Émbil toca las primeras notas con su piano y empieza el espectáculo en los bajos del teatro Filarmónica. La veintena de integrantes del Joven Coro de la Fundación Princesa de Asturias que participan en el ensayo de hoy bajo las órdenes de su director, comienzan a mover su cuerpo, a levantar sus manos y a tocar sus palmas cuando corresponde. Lo hacen sonriendo, mirando a Émbil con complicidad e imaginando cómo lo harían si tuvieran al público delante. Sus voces emocionan, su empaste es casi perfecto, pero esta canción tiene algo más. Esta sencilla coreografía es un plus. Es la otra cara de la música, la que le entra por la vista al espectador y la que el propio Émbil quiere acentuar en su formación.

Es sábado, una jornada habitual de ensayo para el Joven Coro. Pero el ensayo musical de hoy empieza más tarde de lo habitual y arranca con esta canción coreografiada por una razón. Desde que empezó el mes de mayo los adolescentes y jóvenes que componen este grupo están recibiendo sus primeras sesiones de expresión corporal; una actividad solicitada por Émbil y que la Fundación ha decidido poner en marcha de la mano de la actriz y cantante viguesa residente en Asturias Begoña Santalices. "Estoy feliz porque veo que ellos se lo pasan bien y que, a pesar de tener que venir en plena época de exámenes más horas, hacen el esfuerzo y asisten a las clases la mayoría", comenta la profesora. Acaba de terminar la tercera sesión con los más pequeños del grupo y no puede parar de sonreír. "Es que es una pasada ver como en tan poco tiempo evolucionan. Como cada uno, hasta los más tímidos, van encontrando el ejercicio en el que se sienten más cómodos y se ofrecen voluntarios. Ojalá este sea el principio y lo hagamos durante todo el año". Lo mejor, que los chicos también están de acuerdo.

Carlos Montes es uno de los mayores del grupo. Tiene 26 años y lleva 10 en este coro. Está finalizando los estudios de Arquitectura en la Universidad de A Coruña, y a pesar de encontrarse en la recta final del curso, se organiza para no faltar a las clases de expresión corporal ni a los ensayos musicales. "Hice cosas de teatro y de baile, no es algo nuevo para mí. Pero en el coro nunca habíamos recibido una formación específica para saber controlar el espacio, la postura y conseguir equilibrar el peso. Es muy importante porque nos pasamos una hora y media cantando quietos", cuenta. Pero no solo eso. Montes es de los que cree que "para transmitir hay que estar cómodo. Un cantante tiene que perder la vergüenza. Aunque yo no la tengo, me encanta hacer el mono". "Es un auténtico payaso", interrumpe Begoña Santalices. Y eso es lo que quiere conseguir con todos. "Esta actividad la debería dar todo el mundo para conseguir soltarse, pero sobre todo los intérpretes. Tienen que desbloquearse, utilizar el cuerpo, la voz, la mente y la emoción como una unidad. En un escenario no estás solo cantando, también interpretando. Y esta es la asignatura para que cada uno encuentre sus herramientas para hacerlo", dice la profesora.

Sabe de lo que habla. Tiene 50 años y lleva la mitad de su vida dando clase y subiéndose a los escenarios. Empezó Arte Dramático, luego Periodismo y fundó el grupo de teatro Illana en Madrid. Luego se marchó a Valencia e hizo sus "pinitos" en la radio, pero lo suyo era la interpretación y la expresión corporal. "Empecé trabajando con toxicómanos y discapacitados físicos. Lo hice durante 13 años, compaginándolo con mi profesión de actriz y cantante". Luego dio clases a personas de la tercera edad, a niños con problemas familiares, a mujeres... "he aprendido más dando clase que en cualquier otra cosa". Nunca había trabajado con un coro, pero la experiencia está siendo más que positiva. "Están respondiendo hasta a los que les da más corte. Me dicen que se sienten más libres, más creativos y claro, todo eso se resume en una mayor autoestima". José Ángel Émbil sabía que ocurriría, aunque se está llevando una sorpresa con algunos de los chicos. "Yo estoy participando con ellos en los ejercicios y de varios no me esperaba que estuvieran tan sueltos". Es la voz de la experiencia, porque lleva desde el año 89 dirigiendo el Coro Joven y desde el 84 colaborando con la Fundación. "Propuse hacer estas sesiones porque me parecía importante para ellos que aprendan a manejar la disposición corporal en el escenario. Porque no es solo cantar, tiene que acompañar el rostro, el movimiento y la postura. Muchas veces la música entra por la vista", dice.

Hoy la sesión empezó como las anteriores, con ejercicios de respiración y estiramientos. "Primero se tienen que reconocer para estirarse, relajarse y desbloquear tensiones. Luego trabajamos con bailes grupales o acciones individuales la coordinación, la psicomotricidad y el ritmo. Y les pongo retos para que trabajen la imaginación, la improvisación, los sentimientos y la gestualidad", explica Santalices. La mayoría de los trabajos son en grupo. Coreografías conjuntas, imitaciones de unos a otros, lluvias de ideas... y, si antes había "buen rollo" entre ellos, ahora parece que más. "Este año entraron varios cantantes nuevos y esto les viene muy bien para unirse más, aunque se respira muy buen ambiente entre ellos", asegura su director. Los que se han quedado rezagados tras el ensayo escuchan y sonríen.

"Me da un poco de vergüenza hacer las cosas individuales o lo que implica espontaneidad. Por eso no sé si me gustaría que se alargara todo el año", reconoce Olaya González, de 22 años. "A mí me cuesta al principio, pero luego me da igual. Me puse a bailar música africana, de los años 60, hindú, y encantada. Además, cantando, noto ya cambios en la postura y llevamos 3 sesiones, así que ojalá continúe", dice Julia Mesa, de 19 años. Nico González tiene 20 años y lleva la mitad de su vida ligado al Coro Infantil y al Joven Coro de la Fundación Princesa de Asturias. "Las clases me están pareciendo muy entretenidas, por eso intento no perdérmelas. Y eso que estamos de exámenes", dice. Aunque no nota todavía grandes avances, "la expresividad y la postura son indispensables para cantantes e instrumentistas. Y mejorarlas así, divirtiéndote, es la mejor forma, ¿no?". Pues, parece que sí.