"En España no hay gestión de la fauna, sino de fondos, y en el caso del urogallo es una cuestión puramente comercial, de puesta en escena", afirmó ayer Mario Quevedo, biólogo de la Universidad de Oviedo, con motivo de la proyección del documental "El secreto del bosque: memoria del urogallo cantábrico" en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. El acto fue organizado por la entidad "Más que pájaros". Ante una pregunta del público sobre las políticas públicas de protección del urogallo, Quevedo señaló que "quizá no hace falta un consenso total, pero sí que se use la ciencia".

En similares términos se pronunció Rolando Rodríguez, investigador de la Universidad de Exeter, quien señaló que "hemos intentado en muchas ocasiones" colaborar con las administraciones públicas, "y nunca nos han ningún caso en ningún aspecto". "La información que están manejando contradice lo que están haciendo", apostilló Rodríguez.

Ante una pregunta sobre el comportamiento de los urogallos, la también investigadora María Morán explicó que en los cantaderos de la Cordillera Cantábrica que mejores condiciones reúnen puede haber más de un macho, pero luego éstos permanecen separados durante la mayor parte del día.

El documental sobre el urogallo cantábrico recoge, entre otros muchos testimonios de diversos ámbitos, el del escritor leonés Julio Llamazares, quien señala que "el grito del urogallo del bosque siempre ha poblado mis sueños. Es un elemento mágico, simbólico de una naturaleza aún sin domesticar".

El audiovisual ha recopilado numerosas opiniones que reflejan las diversas épocas que ha vivido el urogallo y las actitudes sociales que han contribuido a mermar muy severamente la demografía de esta especie. En los años 60 del siglo pasado era muy elevada la demanda del urogallo como pieza cinegética, principalmente entre los sectores más pudientes, "incluso ministros".

"El problema del urogallo se inició hace unos 70 años, y no recientemente, como se ha llegado a pensar", indica uno de los expertos. Varios de los entrevistados atribuyen la delicada situación actual a "la fragmentación del bosque, sobre todo por la construcción de pistas forestales".