Wenceslao López firmó ayer una tregua con Jesús Sanz a base de cucharadas de fresas con nata. La tradicional degustación de fruta de Candamo, que reúne cada año al Ayuntamiento y a la Iglesia tras la celebración del Corpus Christi, se convirtió en un armisticio entre el nuevo gobierno local y los canónigos en un escenario diferente al de años atrás: la sala de recepciones de la calle Cimadevilla, en lugar de Trascorrales. Pese a que tanto el Alcalde como el Arzobispo se empeñaron en negar cualquier desencuentro reciente obviando la retirada de la subvención municipal al Cabildo o a la Semana Santa, afirmaron que es necesario acercar posturas y trabajar juntos. "Somos las instituciones más antiguas de Oviedo y estamos obligadas a alcanzar una colaboración cordial", dijo López junto a Sanz y ante los medios de comunicación.

IU también se sumó a fumar la pipa de la paz. Roberto Sánchez Ramos, tercer teniente de Alcalde, y la edil Cristina Pontón no faltaron a la cita y compartieron mesa y mantel -aunque de pie- con el Arzobispo; con el deán de la Catedral, Benito Gallego; y con Jorge Sangrador, vicario general de la diócesis, entre otros. Así pues, el tripartito se quedó cojo porque no acudió Ana Taboada (Somos), que estaba en un congreso de Ciudades Democráticas, aunque sí lo hizo la edil de Educación Mercedes Fernández.

Allí presente pero bastante distante estaba el PP con Agustín Iglesias Caunedo a la cabeza, que prefería hablar con el clero o con sus concejales y saludar a los ediles de Ciudadanos -Luis Pacho y Luis Antonio Zaragoza- en vez de charlar con los representantes del PSOE o IU. La antipatía se hizo patente cuando llegó el momento de hacerse una foto de familia con la copa de fresas en la mano. El exalcalde rehuyó la propuesta y aprovechó la ocasión para acompañar hasta la puerta al también edil del PP Eduardo Llano, que debía marcharse.

La foto se hizo igual, pero los concejales del PP se emplearon a fondo en saborear las fresas, beber agua, refresco o vino, o bien tomar un canapé. Y es que la comida, fijada a las 14 horas, fue más bien un tentempié ligero y frugal, alejado de las copiosas veladas de plato y cuchara, postre, café y sobremesa de antaño.