"Que se tomen medidas puntuales sobre los jabalíes que andan por Villa Magdalena nos parece correcto, pero convertir esto en una masacre no nos parece bien". Los cazadores del monte Naranco pusieron ayer pie en pared ante el inicio, por parte de los agentes de la Guardería Rural del Principado, de las intervenciones sobre el terreno para controlar la "superpoblación" de jabalíes en las laderas de la cima.

Las citadas palabras fueron pronunciadas a media tarde -hora prevista para el arranque de la intervención- por Carlos Cuervo Díaz, de la Sociedad de Cazadores La Perdiz, de Llanera, que agrupa a unos 300 socios. "Somos cazadores que pagamos un canon al Principado, y ahora resulta que los que pueden cazar son los guardas del Principado, y sin dar explicaciones a nadie", se quejó Carlos Cuervo, mientras vigilaba los límites de su coto en compañía de Juan Luis Díaz y José Lozano.

En efecto, los guardas, con el apoyo de agentes de la Policía Local de Oviedo y de la Benemérita, se adentraron en el monte armados con escopetas y gafas de visión nocturna en la zona de Ules y San Lázaro de Paniceres. A última hora del día, habían logrado avistar varios ejemplares "y muchos rastros", pero no pudieron disparar al no darse las condiciones adecuadas. Según informaron fuentes próximas a la operación, ésta se está llevando a cabo por el método de aguardos, la disciplina cinegética que consiste en esperar en un lugar preparado con anterioridad y frecuentado por el animal.

"Si se hiciesen batidas propiamente dichas conseguiríamos un efecto contrario, que toda la población de jabalíes escapase en dirección a Oviedo. Lo más adecuado son los aguardos", explicaron a este periódico las mismas fuentes. Las batidas se realizarán sin cupo, atendiendo a una ley regional que permite muertes a discreción, al entrar en juego la seguridad de las personas.

Esta ausencia de limitaciones es lo que ha alarmado a los cazadores de Llanera. "A nosotros no nos dejan cazar en la cara sur del Naranco. Es coto, pero no nos permiten cazar con armas; lo que sí nos dejan es, con la ayuda de los perros, conducirlos hacia la cara norte, hacia Llanera, y ahí sí podemos cazar", subrayó Carlos Cuervo. "Si nos matan los jabalíes que están en el límite del coto, y además en época de cría, nos hunden", agregó el portavoz de la Sociedad de Cazadores La Perdiz. "Nosotros tenemos prohibido durante toda la temporada tirar a una hembra seguida de rayones", apostilló.

El destino de los jabalíes abatidos no serán los fogones de ninguna cocina, sino el control sanitario de la fauna. No podrán ser comercializados ni entregados, aunque sea con una finalidad solidaria, a terceras personas. Las mismas fuentes consultadas por este periódico explicaron que no se descarta su uso "para alimentar carroña, depredadores o para controles de lobo", aunque las fuentes oficiales aseguran que los restos irán a Proygrasa, la división de Cogersa que se ocupa de animales muertos.

Las batidas se han acometido después de que el Ayuntamiento de Oviedo solicitase la intervención urgente del Principado, por motivos de seguridad, ante el aumento de incursiones nocturnas de cerdos salvajes en la zona urbana. La última sucedió el pasado sábado por la noche, cuando hacia las once y media un ejemplar irrumpió en los barrios de La Florida y Vallobín para buscar alimento en los cubos de basura. El animal, que parece acostumbrado al medio urbano, se movió por el barrio a sus anchas y no se inmutó a pesar de que decenas de curiosos se acercaron a escasos metros para hacer fotos y grabar vídeos.

La intervención más notable de la Policía Local con jabalíes tuvo lugar en la madrugada del 21 de mayo, cuando varias patrullas tuvieron que guiar a un jabalí de unos sesenta kilos de peso desde los jardines de Villa Magdalena hasta el barrio de Las Campas. Con posterioridad, el día 27 de mayo otra patrulla siguió a un jabalí de grandes dimensiones hasta la calle Luis Riera Posada, en Vallobín. Estuvieron cerca de una hora en la zona, hasta que el animal salió de su escondite. Fue localizado en Los Pilares y durante media hora recorrió varias calles de Ciudad Naranco hasta que desapareció en el entorno de la Pista Finlandesa. Era una hembra y allí le esperaban ocho crías. "No se asusta de la presencia de las personas y se vuelve agresivo cuando se le quiere espantar, con el peligro que puede suponer para los vecinos", recogieron los agentes de la Policía Local en su intervención.

Los cazadores de Llanera constatan que la población de jabalíes ha aumentado. "Es cierto. Salen de la maleza, van a los contenedores de basura y la gente les da de comer. Si le dieran un garrotazo no bajarían", enfatizó Carlos Cuervo.