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NIEVES ÁLVAREZ ÁLVAREZ

"Me encanta la cocina, pero yo soy un poco anárquica, me gusta experimentar"

"Grado cuenta con un gran mercado, pero está perdiendo un poco su esencia rural y creo que debemos recuperarla"

Un momento de la elaboración del plato.

Si hay alguna palabra que no vaya con el carácter de Nieves Álvarez Álvarez esa es "inactividad". Desde hace unos cuantos años está al frente, junto a su marido Gerardo, de la cafetería La Merced, en Grado, después de que el negocio fuese regentando media vida por otras dos personas igualmente incombustibles: Ramón y Concha, sus suegros. Nieves no tiene más que palabras de admiración para ellos y recuerda que, en el pasado, "este local fue también pastelería y con sobrada fama por sus elaboraciones", señala ella que al tiempo añade que, por los años 80, también contaban con un restaurante "donde la receta que presento hoy aquí, junto con el lenguado relleno, eran lo más, hacíamos el hojaldre en la confitería y estaba buenísimo. Ven Venían a celebrar bodas y comuniones de toda Asturias", afirma.

Como la protagonista de la semana anterior dice Nieves que cuando se casó "no tenía ni idea de cocina y me compré el libro de María Luisa García. Vamos, por no saber, no sabía ni poner un arroz blanco. Fui poco a poco cogiéndole el gusto y ahora disfruto mucho con ella, yo creo que tiene algo de arte, de creatividad, yo soy un poco anárquica y me gusta ir probando y experimentando. Me gustan mucho las especias y también algunos platos asiáticos. Yo soy todo lo contrario a mi marido, Gerardo, que es confitero repostero y donde toda va medidísimo, ajustado a la receta. Qué va, yo no puedo", afirma sonriente. Entre lo que mejor se le da están los platos de pasta, junto con algunos tradicionales asturianos.

Tras casarse dejó sus estudios de Magisterio y, actualmente, sopesa la posibilidad de ponerse a estudiar arte, una carrera que siempre le gustó aunque matiza, riendo, que "soy un poco vaga para ponerme ahora a estudiar, pero vaya, pudiera ser. Quien sabe". Tiene dos hijos a los que adora, Pelayo y Paloma, de los que el primero y ya desde niño, ha sido su crítico gastronómico más fiel y sincero. Eso si, otra de sus grandes pasiones es la decoración, una actividad con la que disfruta enormemente y de la que es autodidacta. Así recuerda que fue ella quien decoró totalmente las casas rurales que tuvieron durante un tiempo. "Me encanta reciclar muebles antiguos, el estilo vintage sigue estando de moda y me gusta mucho seguirlo. En las casas de aldea lo decoré todo yo y disfruté como una loca haciéndolo. Todo el mundo me daba cosas si le sobraba porque saben que me encanta la decoración", matiza.

Aunque trubieca, después de tantos años en Grado lleva a la villa en el corazón. De ella destaca, entre otras cosas, la importancia de su mercado aunque, eso si, matiza que "en los últimos tiempos está perdiendo un poco su esencia rural de siempre al haber tanto de todo. Deberíamos recuperarlo como era en origen".

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