Hace unos meses ojeaba la prensa con la esperanza de pensar que el mundo no se iba a ir a la deriva, para encontrar informaciones que devolvieran la esperanza. Entre tanta mala noticia había una que me llamo mucho la atención. Por lo visto científicos de la NASA, esos que dominan a la perfección las leyes de la física, y que desde ahí fuera ven la inmensidad del planeta como algo pequeño, habían conseguido tras varios intentos fallidos germinar una semilla de zinnia y convertirla así en la primera planta que había florecido en el espacio.

En realidad la zinnia ha sido la segunda flor galáctica. En los años ochenta hubo otra que también consiguió florecer fuera de la gravedad. La Zinnia Elegans, debe su nombre al botánico alemán Johann Gottfried Zinn. Por eso hoy la conocemos como zinnias. En México, su país de origen, se las conoce como guadalajaras. Estas plantas han recorrido el mundo hasta llegar a nuestros jardines, bueno el mundo y algo del espacio. Y es que su cultivo no tiene ningún misterio. Planta dura, se mire por donde se mire, no es muy exigente en suelo, creciendo tranquilamente en el terreno o en maceta, estando el secreto en aportar humus. Es fácil encontrar zinnias en rocallas, macizos, y macetas para aquellos que no son tan afortunados de tener un jardín. Con la zinnia no se perderán los colores del verano porque se puede cultivar en cualquier lugar. El frío no va con ellas, pero incluso son capaces de crecer en climas algo frescos.

Con eso y buscando un lugar muy soleado conseguiremos ser la envidia de los vecinos, pues las zinnias lucirán cargadas de flores durante todo el verano, siendo importantes no solo por la cantidad de flor, sino también por la variedad e intensidad de colores. El riego es otro tema de interés: basta con mantener la tierra fresca y sin encharcar, y si se evita mojar las hojas mejor.

De este modo nos libraremos de algún que otro susto por presencia de hongos. Las zinnias son de distintos tamaños, todas hermosas, con bonitos colores que invitan a dejarse llevar por los caprichos del verano. En el momento en el que empieza la floración es un no parar. Para lograr buenos resultados siempre que van marchitándose las flores deben eliminarse de manera manual para estimular la salida de otras nuevas.

Si se dan unas buenas condiciones podemos tener floración desde primavera hasta finales de verano o incluso principios de otoño. Las semillas crecen rapidísimo, tanto que si hacemos semillero o bien esparcemos unas semillas por una maceta o por algún lugar del jardín en poco tiempo lo tendremos lleno de color. En cinco días germina y en mes y medio florece, toda una maravilla. Si han conseguido que crezcan en el espacio aquí el proceso es pan comido.

Si el ambiente es muy húmedo y están en un lugar de semisombra podemos llevarnos alguna que otra desagradable sorpresa, pues el oidio aprovecha el más mínimo momento para cubrir de polvillo blanco hojas, incluso flores, por lo que es importante ubicar en un lugar más seco y soleado y evitar mojar las hojas durante el riego. El moho gris también puede convertirse en un enemigo. Las manchas en las hojas son un claro síntoma de un ataque fúngico.

Les diré que por lo general con cobre suele eliminarse, pero si les van más los remedios caseros, con preparado de ortigas, sólo hay que dejar macerar las ortigas en agua durante unos días. Pulverizamos la planta y en poco tiempo el problema estará resuelto.

Los hongos en la raíz son más complicados de erradicar, así que aquí lo mejor es prevenir, siendo suficiente no pasarse regando.

Pulgones, ácaros y alguna que otra minadora nos pueden dar problemas, lo importante es tratar a tiempo, y en pocos días el problema estará resuelto. Las zinnias dicen que curan el alma, es una de las flores de Bach, y parece ser que trabajan sobre la risa y el humor. No sé si será verdad pero lo indiscutible es que con disfrutar de su colorido uno se olvida de los problemas.