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La Casa Rosa tiene alma

La Fundación Cauce ofrece comida, ropa, ayuda psicológica y jurídica, apoyo escolar y un sinfín de actividades a familias en riesgo de exclusión en el singular chalé de Prau Picón

Una consulta. Laura Caraduje

La Fundación Cauce, organización no gubernamental de carácter benéfico asistencial, llegó a Oviedo desde Valladolid. En la capital castellana había sido constituida en 1996 por un grupo de particulares preocupados por dar respuesta a las demandas de los menos favorecidos de la sociedad. Isabel Redondo de Paz, la actual presidenta, estaba entre los fundadores. En Oviedo recaló años más tarde, en 2004, para asentarse en la Casa Rosa, el singular chalé que se yergue frente al Seminario, en el Prau Picón, y que mantiene sus puertas abiertas para ayudar a las familias que atraviesan momentos difíciles.

Fundación Cauce ofrece comida, ropa, ayuda psicológica y jurídica, apoyo escolar y un sinfín de actividades a familias en riesgo de exclusión en el singular chalé de Prau Picón. Lo hace desde hace años y su actividad está arraigada en la ciudad.

Los servicios sociales municipales derivan a la organización a las familias susceptibles de beneficiarse de su actividad y tanto el Ayuntamiento de Oviedo como el Principado contribuyen a su financiación.

"La fundación siempre ha querido estar donde la sociedad lo demanda, y evolucionando con ella", afirma Paula Granado, su responsable de comunicación, que esta semana estuvo de visita en Oviedo.

Tiene planes para revitalizar la presencia de la Fundación Cauce en la ciudad y entre ellos menciona su proyecto de una cata de sidra solidaria, que confía en hacer realidad próximamente.

Las cuatro grandes líneas de trabajo de la organización son la inserción sociolaboral, el voluntariado y la acción social, la cooperación al desarrollo y la responsabilidad social empresarial. Por el centro de Oviedo pasan anualmente unas novecientas personas, según Granado, tanto hombres como mujeres, y también niños. Muchas son mujeres que sacan adelante a sus hijos solas.

La satisfacción de necesidades básicas como la comida y la ropa son la prioridad inmediata pero los trabajadores y voluntarios de Cauce también guían a quienes llaman a la puerta de la Casa Rosa por el camino de la inserción laboral, con formación y con asesoramiento.

Treinta y dos familias ovetenses acuden asiduamente a la Casa Rosa, donde los trabajadores y voluntarios de la Fundación Cauce ofrecen desde el año 2004 acompañamiento integral a quienes han perdido su trabajo, carecen de recursos económicos y en ocasiones atraviesan por duras circunstancias vitales.

La Fundación Cauce ofrece itinerarios de inserción sociolaboral a las familias que le son enviadas desde los servicios sociales del Ayuntamiento de Oviedo. Para los niños hay servicios de guardería y de apoyo escolar. Hay clases de español para extranjeros, a los que los trabajadores del centro acompañan a las entrevistas de trabajo si así lo requieren.

Paula Granado, la responsable de comunicación de la fundación, reconoce que la inserción laboral "es complicada, la mayoría consigue trabajo en el ámbito de los servicios y en el caso de las mujeres como empleadas de hogar".

Anualmente pasan por la Casa Rosa unas novecientas personas, cuenta. Ahora, entre todas las familias que se benefician de su actividad suman 120 personas.

Virginia Martínez y Begoña Carnero son dos trabajadoras de la organización en Oviedo. Ambas son técnicos de inserción sociolaboral. En Cauce, la primera se ocupa del programa de empleo y la segunda está más centrada en la parte social. Día a día afrontan situaciones de "bastante necesidad" y "la mayoría son mujeres, familias monoparentales, y muchos extranjeros", también hay víctimas de violencia de género, refieren.

"Llegan cansados de tanta vuelta, no les ponemos las cosas fáciles a los que pasan dificultades, hay demasiados trámites", comenta Granado. En Cauce, comentan, "se atiende a personas que no tienen cabida en otros programas".

Hay nueve trabajadores en la sede de Oviedo. Además, la fundación está abierta a los voluntarios que, según Virginia Martínez, "nunca sobran" y a los que solo se les pide disposición para trabajar, compromiso y constancia. Subraya que lo imprescindible es "que te guste el trato con las personas".

La Fundación Cauce cuenta con 430 socios en Castilla y León y Asturias, las comunidades en las que está asentada, y con 164 voluntarios.

En León, refiere Granado, mantiene un piso de acogida para las personas sin techo que constituye una referencia en las intervenciones en materia de servicios sociales de la ciudad.

Cauce colabora con las administraciones públicas de Castilla y León en el mantenimiento de agencias de colocación, atención a las personas mayores y a los cuidadores de personas dependientes, ayuda a domicilio y otras actividades similares. En Oviedo, colabora con el Banco de Alimentos de Asturias en el reparto de alimentos.

Solidaridad, justicia social, igualdad de derechos, oportunidades para todos, transparencia, honradez y defensa de la vida y la dignidad humana son los valores que promueve.

Está implantada en prácticamente todas las provincias castellanoleonesas y su vinculación con Asturias tiene que ver, según Granado, con la donación de la Casa Rosa por parte de la familia propietaria.

José Pérez Jiménez, extremeño y profesor de Dibujo, quiso edificar una casa con jardín, cerca de la ciudad y con sabor andaluz. Adquirió un solar en la parte más alta de Prau Picón y levantó en él la Casa Rosa, con un soportal recubierto de azulejos, mosaicos arabescos, rejas y azoteas con especiales remates con arcos en herradura y diversos elementos modernistas y del "art déco".

El proyecto fue firmado por el arquitecto Francisco Pérez del Pulgar.

En ella se instaló la Fundación Cauce hace doce años.

Una de las nuevas líneas de acción de la organización es la "responsabilidad social empresarial", explica Paula Granado, recabando la contribución del empresariado a labores solidarias y en favor de los sectores menos favorecidos de la sociedad. En Asturias, cuenta, tienen un buen aliado en la Fundación Alimerka.

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