Una "dinamo" generadora de energía familia, una mujer "tranquila" y capaz de apaciguar al Gustavo Bueno más pasional y una educadora dentro y fuera de su casa. Así era Carmen Sánchez Revilla, la esposa del filósofo, fallecida el viernes a los 95 años y a quien su familia y amigos rindieron un emotivo homenaje de despedida ayer en su casa de Niembru (Llanes).

La espesura de los árboles que rodean la vivienda y el espléndido día de sol -que tanto le gustaba, como rememoró uno de sus nietos, Lino Camprubí Bueno- compusieron un hermoso marco para el último adiós a la compañera de Bueno. Le acompañaron las palabras de los que la quisieron y también la música de un violín y un violonchelo a los que puso el broche final otra nieta, Livia Camprubí Bueno, con el Adagio de la primera Sonata en Sol Menor de Bach.

"Era la dinamo de la familia", describió una de sus hijas, Carmen Bueno, quien explicó que "cada momento de la vida familiar era una fiesta de aprendizaje para todos", para los cinco hijos que tuvo el matrimonio. Profesora en la Escuela de Magisterio, fue portadora de la "carga de tradición innovadora de la Sección Femenina, que la hizo una verdadera feminista", añadió antes de rememorar, divertida, aquello de "educación, educación, tienes nombre de mujer", que Sánchez recitaba junto a sus hijos.

Fue ella, la matriarca, quien eligió Niembro para ubicar la segunda residencia familiar y allí, en lo que al principio era un "cuetu" con vegetación salvaje, nació la dedicación de su hijo Álvaro hacia la botánica, pues tras pasar muchas horas desbrozando con la "hocilla" junto a su madre, preparando el jardín y luego cuidando sus frutos, decidió estudiar Biología. Entre la tristeza ahogada de la pérdida y la alegría de haberla conocido, varias decenas de personas rindieron homenaje a una mujer preocupada también por preservar el medio ambiente y una de las impulsoras de la Asociación de Vecinos y Amigos de Llanes (AVALL). No en vano, tanto Domingo Goñi como María José Rodríguez, "Coté", presidente y secretaria respectivamente, acompañaron a los Bueno Sánchez en este acto de despedida.

Sus nietos también participaron en el homenaje, unos con la lectura de fragmentos del libro que le regalaron en su 90º. cumpleaños y otros, como Lino Camprubí, con la recreación de los "cuatro consuelos" que le quedaron en la última década, en la que por el desgaste de la edad no podía ser el "centro organizativo de la vida familiar", como a ella le gustaba "y lo que mejor hacía", añadió su nieto. Carmen Sánchez disfrutaba con el buen tiempo, también "apretando la mano de su marido", hablando con sus hijos y amigos y "viendo crecer a sus nietos", enumeró el mayor de ellos. Susi Carbonero, sobrina de la fallecida pero con vínculos materno-filiales por el tiempo que vivieron juntas, concluyó sus emocionadas palabras dando "gracias, muchas gracias" a su tía, una mujer imborrable del recuerdo familiar.

El acto de Niembru concluyó con un entregado aplauso y el deseo del primogénito, Gustavo Bueno, de que la próxima reunión similar tarde mucho en llegar. Tras la despedida frente al magnolio que Carmen Sánchez Revilla contempló durante sus últimos días de vida, su cadáver fue trasladado a Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), donde iba a ser enterrada a las cinco de la tarde.