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Un valiente precursor de la escalada

El ovetense Luis Martínez, "El Cuco", fue el primer montañero que dejó su vida en el Urriellu, hace 88 años Los estudiosos destacan su faceta "deportiva y metódica"

Fotografía de "El Cuco" y reproducción de uno de los escritos que dejó durante el ascenso.

Un adelantado a su tiempo. Quienes conocen la historia de Luis Agustín Martínez, "el Cuco", en su relación con el Naranjo de Bulnes, se refieren a él como un "deportista íntegro, muy metódico", pero, sobre todo, como un "precursor de la escalada". "El Cuco" ha pasado a la historia como el primer montañero que se dejó la vida en el Urriellu, en un desgraciado accidente del que estos días -los expertos no se ponen de acuerdo sobre la fecha concreta, pero en todo caso en la transición de agosto a septiembre- se cumplen 88 años.

"Su fallecimiento causó un enorme impacto entre los vecinos y pastores de Bulnes. Ellos estaban acostumbrados a sufrir incidentes guardando al ganado, y no podían entender que hubiera alguien que decidiera subir al picu por ocio", explica Tomás Fernández, guarda del refugio de Urriellu, quien subraya que Luis Agustín Martínez "contribuyó a introducir la escalada como disciplina de ocio, junto a Gregorio Pérez, 'el Cainejo', y Pedro Pidal, 'Marqués', que habían coronado la cima del Urriellu antes que él".

Según el abogado, montañero e historiador Francisco Ballesteros, que estudió detenidamente la vida y trayectoria de "El Cuco" y la plasmó en su libro "Las historias del Naranjo de Bulnes", este ovetense de 26 años era "un deportista íntegro y polifacético; en su casa había montado un verdadero gimnasio: practicaba boxeo, jugaba al fútbol...".

Con una vida dedicada al deporte, la razón que le llevó realmente a embarcarse en la aventura de escalar el Urriellu fue, de acuerdo con los estudios de Ballesteros, "que había estado discutiendo con algunos amigos cuál era la altura del Naranjo, así que se decidió a subir para medirla". Iba a ir acompañado, pero finalmente sus amigos no pudieron unirse y decidió ir solo. "Fue muy valiente, antes la escalada no era tan común y la preparación no era la que hay ahora", apunta Tomás Fernández.

De los días que duró el viaje de Luis Agustín Martínez no existen demasiados datos. Con todo, Francisco Ballesteros relata algunas anécdotas que recopiló durante los meses que estuvo estudiando su figura. Según pudo saber, el escalador "llegó a Bulnes ya muy tarde y durmió en la primera cabaña que se encontró a su paso por el camino antiguo". Allí tuvo un breve encuentro con una niña que le describió como "un chico joven, alto, que llevaba un pañuelo rojo anudado al cuello, y que le saludó muy educadamente", subraya Ballesteros. La muchacha en cuestión era Guillermina Mier, regente de un bar en Bulnes, a quien Ballesteros hoy se refiere como "una institución en el pueblo, fue como una madre para todos los montañeros que pasamos por allí".

Tras el encuentro con Guillermina Mier, "El Cuco" continuó su camino hasta la canal de Valcosín, donde hizo escala. "Allí dejó unas notas que fueron recuperadas después, que hacían referencia al cielo estrellado de aquella noche", señala Ballesteros. Una de ellas dice: "He pasado muy mala noche a causa del frío, pero mirando las estrellas". Todo un presagio.

Estos escritos serían de una importancia capital a la hora de discurrir si el fatal accidente que se cobró la vida de Martínez se produjo inmediatamente antes de coronar la cima del Urriellu o después, mientras descendía. La certeza no existe y las opiniones están divididas entre los historiadores y conocedores de la historia del Naranjo. A juicio de Tomás Fernández, la caída se produjo "seguramente durante la bajada", si bien es consciente de lo extraño de que "no dejase ninguna señal, ni tan siquiera recogiera las tarjetas que habían dejado anteriormente 'El Cainejo' y 'Marqués'".

Esta hipótesis sirve precisamente a Francisco Ballesteros para defender que "no debió de alcanzar la cima, ya que, teniendo en cuenta las notas que dejó en Valcosín, es muy difícil creer que, de haber coronado el picu, no hubiera dejado ninguna marca a modo de homenaje".

Sobre el motivo del accidente, tampoco existe certeza absoluta. Las teorías apuntan a que "sucedió porque intentó subir por una parte del monte en la que el propio Víctor Martínez -el montañero que encontró el cuerpo sin vida de "El Cuco"- aseguró que no había posibilidad de ascenso". Otro posible motivo habría sido que "'El Cuco' no era un escalador profesional, sino que practicaba boxeo. Probablemente, hiciera mucha fuerza con los brazos, en vez de con las piernas, y no pudiera resistir", conjetura Ballesteros.

El guarda de Urriellu, Tomás Fernández, acostumbrado al trato con montañeros, ratifica esta idea: "Es cierto que la primera vez que alguien escala suele sufrir muchos calambres en los brazos, porque no se da cuenta de que las piernas deben ser siempre puntos de apoyo". Y eso que "hoy los escaladores llevan cuerda y existe calzado adherente, no como en los tiempos de 'El Cuco'", añade.

Los restos del montañero, a quien Ballesteros describe también como "un tallista de madera excepcional", descansan hoy en el cementerio de Bulnes, a cuya entrada se ha incorporado una placa conmemorativa. Ochenta y ocho años después de su desaparición, el escalador ovetense continúa siendo una figura recordada y admirada, además de, como enfatiza Tomás Fernández, "un trozo de la historia de Asturias".

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